sábado, 26 de enero de 2013

LA CRISIS DE IRÁN (II)


La pugna por mantener la hegemonía de los EE.UU. en el tablero geoestratégico mundial.

Desde los Acuerdos de Bretton Woods de 1944, los EE.UU. han pasado de representar el 55% del PIB mundial al término de la Segunda Guerra Mundial, al actual 25%.  Sin embargo, el 65% del comercio mundial se realiza en dólares, es decir: está sobre-representado. El status del dólar como divisa de referencia y como moneda monopólica se sustenta en la exigencia impuesta desde 1973 de comercializar el petróleo en dólares en el New York Mercantile Exchange (NYMEX) y en el Intercontinental Commodities Exchange (ICE, antes IPE). Este monopolio del dólar en los dos mercados de Nueva York y Londres, ha permitido a la Reserva Federal (FED) aumentar sin límite hasta ahora conocido la deuda de los EE.UU.,  gracias a la expansión del suministro de dólares fuera de EE.UU. lo que no habría sido posible de continuar esta moneda vinculada a los Acuerdos de Bretton Woods, que obligaba a la FED a mantener una reserva de oro a razón de una onza por cada 35 dólares emitidos.

La consecuencia para el comercio mundial del monopolio del dólar en las transacciones de crudo es fundamental, no en vano es la base de la infraestructura industrial utilizado en el 98% de los transportes y produce la energía que consume el 40% de la economía industrial. Se exige así que el resto de los países consigan dólares con los que adquirir el petróleo, lo que los hace dependientes del flujo de dólares como un fluido vital para sus economías, que los obliga necesariamente a la exportación de sus productos a los EE.UU., para estar en condiciones de pagar las importaciones de petróleo. Esto convierte al consumidor norteamericano en el principal objetivo de los productos producidos en el exterior, adquiriéndolos a cambio de nada, pues nada, salvo el insignificante coste de su impresión avala el valor del dólar. Además, en su necesidad de obtener dólares, los bancos centrales de los distintos países se ven en la necesidad de comprar deuda de los EE.UU. en forma de bonos, para obtener los más de 5.000 millones de dólares diarios que se precisan para mantener el comercio de petróleo. Además, el auge económico de los países emergentes ha aumentado la demanda de petróleo, y consecuentemente la demanda de dólares que la Reserva Federal continúa emitiendo sin considerar el valor relativo de esta moneda comparada con las restantes, financiando así los 16,4 billones de dólares de deuda que tienen los EE.UU. en este momento.

Así es como los EE.UU. han podido mantener su estabilidad monetaria, su liquidez internacional y unas tasas de interés para su deuda excepcionalmente bajas, financiando un déficit en su balanza de pagos que a cualquier otro país lo habría colocado directamente entre los países más pobres del mundo. Además, puede mantener un precio del combustible para el consumidor final, extremadamente bajo y con nivel de impuestos muy inferior al de cualquier otro país. La ausencia de riesgo del dólar durante las últimas décadas, explica por qué los impuestos sobre la gasolina en EE.UU. son más bajos que en el resto del primer mundo, a pesar de ser igualmente importador neto de crudo. Sin un alto nivel impositivo las oscilaciones diarias en el precio del barril debido a las fluctuaciones del precio de su moneda frente al dólar. Si el dólar fuera sustituido por una o varias monedas en el comercio del crudo, los EE.UU. se verían en la misma necesidad que tiene Europa en la actualidad, tendría que mantener una fuerte presión fiscal sobre el combustible de consecuencias muy gravosas sobre su economía. Ahora bien, el aumento de la masa monetaria de dólares en circulación ha supuesto el aumento constante del precio del crudo, y una pérdida de valor del dólar que ha movido a Irán, Rusia y China a la diversificación de sus reservas de monedas, abandonando un dólar cada vez más débil.
El éxito de la política unilateral y hegemónica del Imperio en los últimos cuarenta años, se ha basado en su alianza con la monarquía saudí. Los saudíes han frustrado todos los intentos de desplazar al dólar desde 1973  hasta el año 2000, en el que el Irak de Saddam Hussein comenzó la venta en euros de su petróleo, lo que significó la condena a muerte de su régimen y de su persona. Y está asegurado que la OPEP no cambiará de moneda para comerciar con el crudo, dado que un cambio de esa magnitud es una decisión que debe ser tomada de forma unánime por todos los países miembros, y esto obedece además a su propio interés actual. Nada más alcanzarse los acuerdos  con los saudíes en 1971 y 1973, los países miembros de la OPEP invirtieron sus petrodólares en deuda pública del Tesoro estadounidense, lo que contribuyó a su financiación, pero para 1985 los EE.UU. se habían convertido en el mayor deudor del mundo.

El primer momento de verdadero peligro para este sistema de monopolio del dólar y reinversión del petrodólar, se produjo en 1999, cuando se puso en circulación el euro. El Parlamento Europeo propuso a la Unión Europea y a los países de la OPEP el comercio del crudo en euros. Era el primer paso que haría a Irak abandonar el dólar y empezar el comercio de crudo en euros el año siguiente lo que terminaría por provocar la invasión americana. Al mismo tiempo, la Unión Europea y Rusia comienzan las conversaciones para realizar las transacciones comerciales de gas y petróleo en euros, a cambio del apoyo de europeo a los rusos para su ingreso en la OMC. La OPEP sugirió la posibilidad de un sistema dual dólar/euro ante la pujanza de la nueva moneda europea, que se ha mantenido por encima del dólar en el mercado de divisas desde su creación. Teniendo en cuenta que Rusia es el segundo exportador de petróleo mundial después de Arabia Saudí, y el mayor exportador de gas del mundo, puede imaginarse la magnitud de la amenaza que ha representado el euro para los EE.UU. desde su creación. La Unión Europea representa un porcentaje mayor que los EE.UU. del comercio mundial, es el principal socio comercial de Oriente Medio, no tiene el déficit comercial de los EE.UU. y además paga unas tasas de interés más altas en su deuda por lo que es más rentable. Surge así una amenaza significativa para la hegemonía del dólar, que sumada a las circunstancias geopolíticas y económicas que seguidamente expondremos,  pueden provocar desequilibrios de consecuencias imprevisibles en la economía de los EE.UU. que de concretarse en la extinción del monopolio del dólar, supondría una crisis monetaria y una hiperinflación como nunca se ha registrado históricamente. El anterior presidente de la FED el judío Alan Greenspan afirmó en 2006 que globalmente se empezaba a notar que las reservas de dólares estaban siendo reemplazadas activamente por euros tanto en el sector privado, como en el sector público bancos centrales y autoridades monetarias. 
 
En la misma línea que Irak, pronto se situó su otrora antiguo enemigo: Irán. Este país comenzó a comerciar el crudo en euros, al tiempo que su desarrollo económico precisaba para su mantenimiento la generación de una mayor cantidad de energía, para lo que puso en marcha su programa nuclear de uso no militar. Esta actuación independiente de Irán, tuvo respuesta por medio del padrino intelectual del “Tea Party”, el congresista Ron Paul, que en Marzo de 2006 decía: “Los petrodólares explican nuestra buena disposición a darle a Saddam Hussein una lección por su desafío al exigir euros por petróleo. Y  hago una llamada de atención para hacer lo mismo con Irán, toda vez que este país está empezando a hacer intercambio de petróleo por euros”[1].


Ron Paul


El verdadero objetivo de los EE.UU. respecto de Irán, es el mismo que tuvo para Irak: obtener el control estratégico de los oleoductos que van de Irán a Asia Central y Oriental, y acabar con cualquier posibilidad de comercialización de crudo o gas en monedas distinta al dólar que pueda amenazar su posición monopólica. Más concretamente, se trata de destruir la Bolsa Internacional de Petróleo de la isla de Kish o “Kish International Oil, Gas and Petrochemical Bourse (KIOB).



[1] Paul, Ron. “El fin de la hegemonía del dólar”. Intervención en la Cámara de Representantes el 15 de Febrero de 2006.

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