domingo, 24 de abril de 2016

EL AGUA: EL GRAVE PROBLEMA GEOESTRATÉGICO DE CHINA

El estudio desde una perspectiva geoestratégica de la escasez de agua en China, hace necesaria una aclaración previa que permita diferenciar la diferencia entre Geoestrategia y Geopolítica, dos términos que se suelen emplear juntos o indistintamente, y que aunque son conceptos entre los que existe gran similitud, no por ello dejan de ser diferentes, pues existe entre sí la misma diferencia que hay entre los conceptos de política y estrategia. De esta manera y a fin de distinguirlos, conviene señalar que la Geoestrategia es la incidencia de la geografía en la estrategia mientras que la Geopolítica, es la incidencia de la geografía en la política. Tanto la estrategia como la política se ocupan de la aplicación de los medios a la consecución de unos fines, y aunque los factores geopolíticos y geoestratégicos pueden ser los mismos por su procedencia geográfica, como la Estrategia se ocupa del ámbito de la acción y la Política pertenece a la esfera de la decisión, la aplicación de dichos factores es distinta, según se refieran a lo estratégico o a lo político. Así por ejemplo, los recursos hídricos son un factor común a la geoestrategia y a la geopolítica, pero su consideración es diversa según la perspectiva estratégica o política desde la que sean considerados. 
 
En 1978 Deng Xiaoping inició su programa de reformas buscando usar el las fuerzas productivas los medios del mercado capitalista para lograr los objetivos socialistas. El objetivo inmediato era alcanzar con rapidez el mayor desarrollo económico, empleando los métodos más eficaces disponibles, para alcanzar la base material que permitiera construir el socialismo real. Lógicamente, el poder político debía permanecer en el seno del PCCh. Pero lo que realmente se produjo no fue la construcción de los cimientos del socialismo, sino el proceso de desarrollo capitalista más salvaje de la historia. China es un caso de contradicción política sin igual, pues mientras mantiene un régimen de partido único nominalmente comunista, ha formado un sistema económico de claro capitalismo intervencionista, y en muchas ocasiones de capitalismo de Estado, al que presuntuosamente han dado en llamar: economía socialista de mercado.
 
A comienzos de la década de 1990, la economía capitalista estaba sólidamente establecida en China, haciendo del afán de lucro el principal criterio para juzgar el éxito o el fracaso de todas las empresas económicas, integrándose en la economía capitalista mundial, y ello inevitablemente tiende a remodelar las relaciones económicas y sociales internas de acuerdo con dichos principios capitalistas. El proceso de industrialización generó un enorme mercado de trabajo en las ciudades, lo que forzó la emigración del campo a la ciudad de cientos de millones de campesinos, lo que provocó su proletarización, que fueron forzados a ello por la nueva mercantilización de la tierra y por la destrucción del sistema de derechos sociales denominados el “tazón de arroz y de hierro”[1], procediendo a establecer un sistema de propiedad privada de los medios de producción, primero en el campo a través de formas variadas de tierras “contratadas”, y luego en las empresas urbanas y en las propiedades inmobiliarias. Esta política de reformas económicas y apertura al exterior alcanzó su apogeo el 11de diciembre del 2001, cuando China se incorpora a la Organizaron Mundial del Comercio (OMC), tras quince años de negociaciones, en los que los sucesivos gobiernos chinos se fijaron como objetivo un calendario de reformas internas acompasado con los planes y objetivos nacionales, que no se limitaban simplemente a entrar en la OMC y obtener excepciones para aquellos sectores necesitados de protección, sino que todo el proceso de reforma iba encaminado a colocar a China al mismo nivel que las grandes economías desarrolladas occidentales. Estas reformas de ejecución a largo plazo han quedado definidas en los debates del XVII Congreso del Partido Comunista de China que tuvo lugar en octubre de 2007 y, más recientemente, en la XI sesión del Congreso Nacional Popular en marzo de 2008. De esta manera, en tan solo treinta años la economía China ha sufrido una transformación desde un sistema cerrado al comercio exterior, con una economía planificada socialista, con un sector agrícola preponderante que ocupaba a la mayoría de la fuerza laboral. En tan solo treinta años, el sector industrial y en menor medida el de servicios, han sufrido una transformación total generando un crecimiento sostenido del PIB de una media del 9%, sacando de la pobreza a decenas de millones de personas. El proceso de desarrollo y modernización del sector industrial chino, ha llevado a término las sucesivas revoluciones industriales en Occidente desde 1830 en menos de tres décadas, y ha colocado a China en este comienzo del siglo XXI en las puertas de una sociedad de consumo moderna con una red de infraestructuras muy desigual, con una clase empresarial dirigente cualificada y una incipiente clase media dispuesta a crear un mercado interno de consumo y el desarrollo del sector de los servicios. 
 
En el Sur de China se encuentra el 80% de las reservas de agua del país, la mayor parte en la cuenda del Yangtsé, una región de la que proceden los recursos de agua dulce de China, alrededor de 2.000 metros cúbicos per cápita, que representan un tercio del promedio global. La mayor parte de la demanda de agua en China, ha sido tradicionalmente cubierta con el agua procedente de la cordillera del Himalaya, conocida también como el Tercer Polo de la Tierra, en donde los glaciares son cada vez más pequeños y no producen un flujo de agua continuo, un lugar en donde nacen los tres grandes ríos que cruzan el país:
 
- El Mekong, que atraviesa China, Birmania, Tailandia, Laos, Camboya y Vietnam hasta su desembocadura en el Golfo de Tailandia;
- El Yangtsé, el tercero más largo del mundo tras el Nilo y el Amazonas; y
- El Huanghe o Río Amarillo, con cerca de 5.500 km de largo, es el segundo río más grande de China y el que contiene más arena del mundo, cuyas aguas son inservibles para el uso agrícola o industrial.
 
 
Por el contrario, el Norte de China es una región llana y seca en la que vive la tercera parte de su población, incluyendo Pekín. En esta región, las capas freáticas bajan de dos a tres metros por año y plantea riesgos serios para la agricultura. De las 22 provincias de China, 11 padecen graves problemas de suministro de agua, queriendo decir ellos tienen menos de 1.000 metros cúbicos del agua por persona un año desde 2012, llevando la escasez a la población rural a regar sus terrenos con aguas residuales. Una de las fuentes principales de agua del norte, el Huanghe, se ha secado cada año durante las tres décadas pasadas, antes de alcanzar el mar. En Hebei, la provincia contigua a la de Pekín, se han secado 969 de sus 1.052 lagos, y si la extracción de aguas subterráneas en el Norte sigue en los niveles actuales, en 15 años no habrá ninguno. Esta situación es la consecuencia del rápido desarrollo de las áreas urbanas, resultado del incremento exponencial de la población, lo que ha llevado al gobierno a ordenar cortes de agua no sólo en Pekín, sino también en muchas otras ciudades del noreste de China. Un cúmulo de problemas amenaza el crecimiento y la estabilidad de la segunda economía del mundo. Y las proyecciones demográficas y de desarrollo urbano, lejos de mejorar la situación en los próximos años tienden a empeorarla, pues para 2020 se espera que las grandes ciudades acojan al 60% de la población, lo que supone la llegada de 350 millones de personas a las grandes áreas urbanas procedentes del medio rural. A esto hay que añadirle el riego de los cultivos y la demanda del vasto tejido industrial, que en la actualidad generalmente se lleva a cabo a través de un sistema de cañerías ineficiente. Y al problema del abastecimiento urbano, se suma el referido a la producción de energía, ya que el 75% de le energía que consume la nación procede de la combustión de carbón, y se emplea en su producción la sexta parte del consumo total de agua del país, y el problema va en aumento. Para 2040 se espera que la demanda de energía total de China sea más del doble de la actual, y dos veces la de los EE.UU., por lo que el reflejo económico de la escasez de agua en China es inmenso, se calcula que el coste anual de los problemas de agua suponen un 2,3% del PIB, pero es probable que sea aún más elevado. Según un informe de 2012 del banco HSBC, más del 45% del PIB chino se produce en provincias con escasez y recortes de agua y afectando a más de 300 millones de personas.
 
Río Huanghe o Amarillo (Fuente: http://confuciomag.com/huanghe-rio-amarillo)
Estas décadas de crecimiento económico descontrolado han agotado o contaminado gran parte de los acuíferos destinados a abastecer a la población, una quinta parte de la población mundial. Una gran parte de la energía empleada en este impulso industrial ha tenido su origen en el consumo de carbón, que ha producido que las explotaciones carboníferas demanden cantidades inmensas de agua, lo que a su vez ha provocado la lenta desaparición de ríos y acuíferos, lo que combinado con un crecimiento caótico de las ciudades y una red de abastecimiento de agua que genera un gran desperdicio de agua y un sistema de almacenamiento obsoleto, ha llevado a la desaparición de más de 27.000 ríos desde los años 50 del siglo pasado, y ha dejado contaminados el 75 % de los lagos y aguas litorales y cerca de 280 millones de ciudadanos chinos beben agua considerada insalubre y cerca de un 60 por ciento de los acuíferos subterráneos están seriamente afectados, dejando al país asiático con menos del 7% de las reservas globales y una demanda creciente por parte del 20% de la población mundial. Pero la demanda de agua derivada de las explotaciones carboníferas no es la única consecuencia visible de las consecuencias que el desarrollo chino ha tenido sobre las reservas de agua del país, sino que el aumento de la población y el consecuente crecimiento de los asentamientos urbanos son otra de las principales causas del problema, una suma de factores que parecen empujar a la segunda economía del mundo a su próxima gran crisis: la crisis del agua.
 
Las previsiones oficiales del gobierno chino indican que la demanda de agua superará a la oferta en 2030, pero atendiendo al ritmo al que crecen las ciudades de segundo y tercer nivel, es muy probable que esto ocurra mucho antes, por lo que en la actualidad se ha empezado a racionar el consumo de agua con cortes selectivos en distintas grandes ciudades, una situación que se ha ido generalizando en la mayoría de las urbes chinas y que inevitablemente irá a más.
 
El Proyecto de trasvase de agua Sur-Norte (SNWDP).
 
El gobierno chino es consciente de la crisis a la que se enfrenta, y trata de resolver la situación con una de las mayores obras de ingeniería conocidas, que dio comienzo en 2002: el trasvase de agua desde el sur al Norte del país. Este trasvase está basado en una idea de Mao Zedong, quién poco después de tomar el poder a mediados del siglo XX, dijo que China “debía de llevar el agua de donde había (Sur) a donde no la había (Norte)”, una idea que fue abandonada por falta capacidad y de medios para su ejecución. En 2002 se retomó el plan para llevar agua desde la parte meridional del país hasta la zona norte, dividido en tres secciones. Esta obra de ingeniería tiene como objetivo final proporcionar casi 45.000 millones de metros cúbicos anuales a más de 400 millones de habitantes, desplazando para su ejecución a cerca de medio millón de personas. El primer tramo del Proyecto de desviación de Agua de Sur-Norte (SNWDP), que afecta a los recursos procedentes de la provincia de Hebei, en el centro de China, y que recoge agua del curso bajo del río Yangtsé, en el sur, entró en funcionamiento el 10 de diciembre de 2014, comenzó a funcionar, suministrando agua a más de 30 millones de personas de Pekín, Hebei, Henan y Tianjín, estando en ejecución dos tramos más, el Oriental y el Occidental. El volumen de agua que mueve este tramo, es superior al del río Támesis. Pero con el trasvase la contaminación de los acuíferos no se ha detenido, y este es el principal problema a medio y largo plazo, ya que multitud de industrias siguen contaminando los ríos a lo largo de su curso, por lo que el gobierno chino no puede garantizar que tanto los ríos como las aguas subterráneas de China sean seguras, y tampoco puede garantizar que el crecimiento y el desarrollo de los nuevos emplazamientos urbanos se lleve a cabo de una manera planificada y sostenible, por lo que las reservas de agua consideradas seguras siguen disminuyendo. Una situación que se complica además, porque China tiene una infraestructura de distribución urbana de agua y una potabilización de los recursos hídricos obsoleta, por lo que como el propio Ministerio de Recursos Hídricos de China ha reconocido, con el trasvase no se resolverá el problema del abastecimiento de agua forma permanente.
 
http://qz.com/158815/chinas-so-bad-at-water-conservation-that-it-had-to-launch-the-most-impressive-water-pipeline-project-ever-built/
El trasvase tiene como objetivo desplazar 44,8 mil millones de metros cúbicos anuales de agua de Sur a Norte, un volumen superior al del río Támesis, a través de algunos canales más largos en el mundo. El proyecto supone la mayor transferencia de agua de toda la historia, tanto por el volumen del agua trasvasado, como por la distancia a la que se desplaza, un total de 4.350 kilómetros, la misma distancia aproximada que hay sobre la distancia la costa Este y Oeste de América del Norte. El trasvase afecta a 15 provincias y supone el desplazamiento de más de medio millón de personas, y el coste de su ejecución está presupuestado en 60.000 millones de dólares, cantidad que muy probablemente será ampliamente superada. Esta obra de ingeniería, pondrá de manifiesto los límites de la capacidad del gobierno chino para resolver un problema geoestratégico de primer orden como supone satisfacer las necesidades de agua de la población y la economía china, a la que puede marcar un límite material en su desarrollo.
 
El proyecto está diseñado como una estructura en forma de rejilla de canalizaciones de agua, que permite enviar dirigir el suministro casi en cualquier dirección a través del sistema Esta red de canales, consiste en el siheng sanzong, literalmente "cuatro horizontales, tres verticales", que permiten que las aguas del Yangtsé, Huanghe, Huai y Hai circulen del Oeste al Este, y otras tres rutas que se han trazado del Sur al Norte con una longitud de 1.500 kilómetros, tanto por canales naturales como por artificiales. La primera rama, la ruta del Este, comenzó en 2012 a transferir el agua del Yangtsé en la provincia Jiangsu, a las ciudades secas de la provincia Shandong. La segunda comenzó a llevar el agua de China central a Pekín y otras ciudades del Norte en 2014; y la tercera, une el Yangtsé con el Huyanghe cruzando las montañas de Sichuan y Qinghai, que se elevan entre 3.000 y 5.000 metros.
 
Las tres secciones en las que se divide el Proyecto de desviación de Agua de Sur-Norte (SNWDP).
Fuente: http://qz.com/158815/chinas-so-bad-at-water-conservation-that-it-had-to-launch-the-most-impressive-water-pipeline-project-ever-built/
La realidad ha demostrado que la idea de Mao es mucho más compleja de ejecutar de lo que el líder comunista suponía, ya se ha desplazado a 345.000 personas de las 500.000 previstas a otras regiones para su reubicación, el mayor desplazamiento de población por un proyecto de infraestructura desde que se desplazó a 1,4 millones de personas para la construcción de la presa de las Tres Gargantas en el Huanghe. Pero el gobierno está ignorando el impacto de las reubicaciones masivas y forzosas de población, y además se está arriesgando a largo plazo el caudal de los dos ríos más importantes del Sur y a la población que depende de su cauce para su supervivencia, aunque la previsión del gobierno es que cuando las tres rutas estén terminadas, el Yangtsé sólo perderá aproximadamente el 5 % de su caudal, unos 29.400 metros cúbicos de agua, que es lo que vierte en el océano cada segundo. Pero la realidad es que en el caso del Yangtsé, la cantidad de agua que se calcula va a ser trasvasada para la ruta central está basada en los cálculos del flujo de agua del río Han, afluente del Yangtsé, habidos entre 1950 y 1990, y desde entonces los cauces se han hecho menos constantes y las temperaturas crecientes han hecho más frecuentes las sequías en el Sur del país, sin embargo, los cálculos dela gua a trasvasar no han sido ajustados. Y la realidad es que el caudal de agua del Yangtsé ha estado cayendo también. En 2012, los investigadores chinos encontraron que la cantidad del agua que entra en el Yangtsé desde los glaciares de la meseta tibetana, habían caído el 15 % durante las cuatro décadas pasadas. Y en el año 2009, las reservas totales de agua dulce en la cuenca de este río, habían caído desde 2005 el 17 %, según el Anuario Estadístico de China. Además, el Yangtsé ve un flujo de agua muy inferior al habitual durante los meses secos del año, afectando a la navegación y al ecosistema del río, lo que ha forzado a cavar una vez al año en el lecho del erío para darle profundidad y permitir la navegación fluvial. Y un volumen inferior de caudal de agua tiene un coste añadido, pues también significa una mayor salinidad del agua en el estuario de la desembocadura del Yangtsé, lo que impone unos gastos más altos a las fábricas situadas a lo largo de la orilla, para desalar el agua e incorporarla a su proceso de producción. Un uso industrial que añade un alto nivel de contaminación del agua, que impide el consumo humano y ganadero, y que al ser trasvasada al Norte podría provocar un deterioro generalizado de la salud provocando serias enfermedades. A este problema se le ha querido buscar solución mediante el tratamiento de las aguas negras de las fábricas en dos algos que funcionan como punto de transferencia del agua trasvasada. Con lo que finalmente nos encontramos con que la canalización del agua para su trasvase, provoca a su vez nuevas canalizaciones del agua trasvasada para su tratamiento, prolongando y encareciendo el proceso pues en caso contrario sería inútil haber llevado el agua al Norte, generando la necesidad de un aluvión de proyectos suplementarios de ingeniería imprevistos, en los que insisten los funcionarios del partido Comunista de cada provincia atravesada por el trasvase, preocupados por la pérdida del agua en sus respectivas regiones, lo que ha llevado a su vez a la construcción de casi 1.000 presas sobre el río Han y sus afluentes y otros proyectos sobre Yangtsé, lo que además se aprovecha para triplicar la generación de electricidad, por lo que muchos ríos chinos simplemente no fluirán en 10 años. Al final, lo único que han logrado ha sido crear una red de proyectos de toman el agua de un río para rellenar otro vaciado previamente, han creado un nuevo problema sin llegar a solucionar ninguno. Un ejemplo de estos proyectos encaminados a resolver problemas creados con el SNWDP, es la construcción de un nuevo trasvase para transferir el agua del Yangtsé al Han, para suministrar agua a las ciudades río abajo del Depósito de Danjiangkou, y junto a este nuevo canal hay 14 nuevas presas sobre el río Han y otras 353 sobre el Yangtsé, haciendo de este río el segundo del mundo en interrupciones en su curso de agua. A su vez, la ruta central suministrará 1,24 mil millones de metros cúbicos de agua al año a Pekín, lo que no basta para cubrir el déficit anual de la ciudad de 1,5 mil millones de metros cúbicos. Un déficit que va en aumento, ya que como la población de la ciudad está en constante aumento, su necesidad de agua también aumenta, y lo hace más rápido de lo que el proyecto de trasvase puede hacerlo. Y el futuro no se presenta prometedor. El Instituto de Investigación del agua e Hidroeléctrica estima que la demanda total de agua en el Norte de China, alcanzará 203 mil millones de metros cúbicos hacia 2050, del cual el SNWDP sólo suministrará poco más de un cuarto.
 
Vista de un tramo de las Tres Gargantas en el Huanghe.
(Fuente: http://confuciomag.com/huanghe-rio-amarillo)
En cuanto al resultado económico de esta faraónica obra, por ahora cabe decir que el SNWDP está añadiendo al crecimiento del PIB chino entre el 0,12% y el 0,3%, lo que reporta una ventaja económica sustancial, al crear hasta 600.000 empleos. Pero este beneficio económico se ve compensado con los gastos que supone el proyecto, que crecen rápidamente debido a la necesidad de instalar docenas de plantas de tratamiento de aguas negras, nuevos canales, etc., que ha superado los 500.000 millones de yuanes, unos 60.000 millones de dólares al tipo de cambio de 2002, momento del comienzo de la construcción, lo que triplica el coste de la presa de las Tres Gargantas, pudiendo ocurrir finalmente, que se hubieran enterrado cantidades ingentes de recursos en una red de canales y estructuras a través del país que terminara por no resolver ninguno de los problemas que motivaron su construcción. Y la financiación del proyecto significa que los residentes de Pekín que pagan actualmente 4 yuanes (0,66 dólares) por metro cúbico del agua, tendrán que pagar alrededor de 10 yuanes por metro cúbico. Hasta ahora, el agua de la ruta de Este cuesta hasta 2,24 yuanes por metro cúbico, pero el precio final será mucho más alto. En definitiva, el aumento del coste del agua podría afectar muy negativamente a los costes del agua para las fábricas, elevando los costes de producción y reduciendo la competitividad de la industria china en el exterior. Pero si no se amortiza el coste de construcción de la totalidad del proyecto principal y los subalternos del SNWDP, podría ser una catástrofe económica para el gobierno, pues aproximadamente el 45% del proyecto es financiado por préstamos bancarios. Todo esto pone en entredicho la rentabilidad económica del proyecto.
 
Proximidades del depósito de Danjiangkou Dam en la provincia de Hubei. (Reuters/Stringer)
Lo cierto es que el SNWDP es otro ejemplo de la inclinación comunista a la megalomanía, y no hay que perder de vista que la mayor parte de los miembros del Comité Central del Partido Comunista de China son ingenieros, ocho de los nueve miembros del comité permanente del Politburó anterior eran ingenieros, incluyendo al ex-Presidente, Hu Jintao, que era un ingeniero hídrico, por lo que sienten gran predilección por los grandes proyectos desarrollados en este medio. Pero más que una manifestación de la capacidad de los comunistas chinos para resolver un problema de la magnitud del presente, es un síntoma de la debilidad del sistema mixto capitalista-comunista chino, al haber conducido al país a una situación de derroche, pésimas infraestructuras, desarrollo urbanístico irracional, alta contaminación y deterioro del medio ambiente de muy difícil solución. Y los intentos de corregir los errores cometidos por medio de sanciones económicas a las industrias contaminantes, chocan de forma relativamente frecuente con la corrupción de los funcionarios locales.
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[1] Es un término despectivo que utilizaban los reformistas partidarios del mercado, para referirse al sistema de seguridad de empleo y a los beneficios de seguridad social de los que gozaban una parte de la clase obrera urbana.