Las primeras
críticas liberales en defensa del capitalismo.
El Capital en el siglo XXI fue recibido
con escepticismo en Francia, pero el apoyo de los partidarios de revertir las
reducciones de impuestos a las rentas altas efectuadas por los republicanos
durante la primera presidencia de Bush hijo, consiguió que la obra de Thomas Piketty se
convirtiese en un éxito de ventas. Momento desde el que se ha convertido en el
blanco de todas las críticas a derecha e izquierda. En su libro Piketty ha
constatado con argumentos científicos, lo que a simple vista podemos comprobar
a diario sin esfuerzo: la “contradicción
central del capitalismo” es una inexorable e inevitable concentración de
riqueza en manos de una minoría, el capitalismo no es un sistema de
distribución de riqueza sino de concentración de la misma, que no premia ni el
mérito, ni el esfuerzo, ni la capacidad, ni tampoco recompensa el trabajo, sino
que es un sistema de concentración de la riqueza en unas pocas manos que se ven
privilegiadas por el mero hecho de la tenencia del capital, que les atribuye
además la primacía sobre el poder político. La idea extendida durante la crisis
de que el 1% de las personas se benefician del sistema mientras el 99% se ven
en mayor o menor medida sometidas a sus intereses, se demuestra científicamente
en la obra de Thomas Piketty, que en su libro repasa un ingente volumen de
datos de los últimos 200 años, para concluir que el mundo vive desde los años
70 un proceso de aceleración de la concentración de la riqueza, que nos conduce
a niveles de desigualdad vividos a finales del S XIX. La obra del
economista francés ha convertido el debate sobre la desigualdad en una cuestión
polémica, y las reacciones críticas frente al mismo no se han hecho esperar.
Desde la derecha se han denunciado presuntas incongruencias en los datos que
expone en El Capital en el siglo XXI,
buscando minar la tesis fundamental del libro: la creciente desigualdad de la
riqueza es inherente al sistema capitalista. Evidentemente, cuando se recopilan grandes
cantidades de datos es posible que se puedan cometer errores de medida, de
interpretación o incurrir en análisis parciales y por ello distorsionados, sin
que en ningún momento se pueda hablar de manipulación. Si a lo anterior
añadimos que Piketty se remonta en el tiempo a una época en la que los datos no
se recopilaban de forma sistemática, ni con los mismos criterios científicos y
de método que en la actualidad, ni su registro
se producía con una periodicidad determinada, es fácil llegar a la conclusión
de que si se consigue desacreditar este aspecto de la investigación, se podrían
socavar y deslegitimar las conclusiones del economista francés. Por lo tanto,
no es de extrañar que sea a este aspecto hacia el que se han dirigido las
críticas liberales.
La primera reacción de la derecha neoliberal se ha producido en la
misma Francia. El ensayista liberal Nicolás Baverez[1],
autor de libros como Francia en declive, comienza descalificando
moralmente a la propia persona de Piketty del que apunta en las páginas de Le
Point que "es un socialista avergonzado que
opta por ponerse bajo la sombra de Karl Marx y esconder sus ideas bajo una
pretendida independencia". Es decir, un hipócrita y un falsario, pobre argumento a la altura de
quién lo sostiene. Además afirma que la tesis de una creciente desigualdad "recuerdan a Malthus" y
denuncia que "los propios datos de
Piketty muestran que la riqueza no tiene por qué seguir un camino de creciente
concentración. Por ejemplo, el 1% más
rico de Francia maneja el 20% de la riqueza nacional desde la década de 1970
[...] pero a comienzos del siglo XX, este
porcentaje era del 60%"[2],
y que Piketty "no tiene en cuenta la
cuestión clave de la desigualdad: el despegue
de los países emergentes, que ha dado luz a una nueva clase media y ha
reducido en un tercio las desigualdades Norte/Sur a lo largo de las dos últimas
décadas". Argumentos todos ellos cuya realidad estadística es
incontestable, pero cuya falsedad moral es manifiesta, si una persona vive con
un dólar al día y se emplea para trabajar en una multinacional y dobla su renta
a dos dólares diarios el aumento de su renta será excepcional, pero gracias a
la deslocalización de la fábrica a ese país logra el recorte de costes
salariales y a pesar del aumento logístico del transporte de las mercancías,
los capitalistas aumenta su margen de beneficios y aumenta aún más su riqueza.
Por lo que sostener esta cuestión como “la
cuestión clave de la desigualdad”, por la inconsistencia del argumento es
algo propio de la hipocresía liberal. Sigue Baverez diciendo respecto de las
políticas de los socialdemócratas franceses de Hollande, que: "las soluciones aportadas reducen la
economía a un juego en el que el actor central es un Estado que simplemente
recoge y redistribuye. Sin embargo, las teorías que sueña Piketty ya las está
aplicando François Hollande. Los
resultados son conocidos: tras continuos "shocks" fiscales basados
en impuestos confiscatorios, la economía gala
está estancada, el
paro es masivo,
la desestabilización entre las clases medias va a más y el radicalismo
político está creciendo", y abunda señalando la inoportunidad de la
publicación del libro de Piketty diciendo: "es
irónico que Piketty publique su catecismo justo cuando Hollande empieza a
pensar en replegar las subidas de impuestos, consciente de la devastación que
están causando sus políticas". Y hacer esta afirmación pone de
manifiesto la mala fe de Baverez, pues para cualquiera que haya leído de forma
superficial la obra de Piketty, sabe que las soluciones que propone, además de
irrealizables en todo caso, no han podido ser aplicadas por la propia
naturaleza global de las mismas. Lo que las críticas de Baverez ponen de
relieve, no es la debilidad de la tesis de Piketty, sino la visceralidad y la
alarma con las que la derecha neoliberal ha reaccionado frente a las mismas.
La
pretendida y falsaria refutación de las tesis de Piketty por el Financial Times[3].
La denuncia de la injusticia intrínseca al capitalismo
por el autor francés, no ha gustado a los defensores del sistema económico, por
lo que sus portavoces no han tardado en contraatacar, a sabiendas de que al
menos deben suscitar un margen de duda, si no razonable, sí al menos suficiente
por su reiteración para desacreditar el trabajo de Piketty entre el mayor
número de personas y privar de legitimidad a cualquier reflexión sobre la
necesidad de la sustitución del capitalismo.
Los ataques a la obra de Piketty no se hicieron esperar. Robert
Shrimsley, articulista del Financial Times, publicó el día 30 de Abril de 2014,
una columna titulada “The nine stages of
the Piketty bubble”[4], en
la que decía que: "Nos encontramos
ante una burbuja intelectual que lo único que hace es subir la cotización del
autor... desde la nada más absoluta. Pura economía financiera, de hecho".
Un ataque burdo sin apoyo en dato alguno.
Pero el 24 de Mayo de 2014 el Financial Times[5]
inició la ofensiva contra las tesis de Piketty tratando de dar cierto
fundamento a la misma. Chris Giles, editor económico del diario,
afirmaba en su primera plana, en una elaborada información, que Piketty
había incurrido en una serie de errores estadísticos que, según Giles,
invalidan sus tesis. “Una vez que se
limpian y se simplifican los datos, los resultados sobre Europa no muestran
ninguna tendencia a un crecimiento de la desigualdad en la riqueza después de
1970”[6]. El diario
financiero señala una serie de incoherencias y de posibles errores en los datos
relativos a Estados Unidos y, sobre todo, a Reino Unido. Piketty habría
cometido errores al transcribir partes de los datos utilizados, en aspectos
como
las proyecciones que hace para épocas en las que no había información, en el
método comparativo que usa para distintos países y en el un uso tendencioso o
arbitrario de las estadísticas para probar su principal tesis, lo que se conoce
como “cherry-picking”[7]. En
concreto, frente a los datos de acumulación y control de la riqueza por una
minoría en el Reino Unido que señala Piketty, Gilles opone las cifras oficiales publicadas por la
Oficina Nacional de Estadísticas, lo que para el francés es el 10% poseyendo el
71% de la riqueza, para el británico es el 44%.
Además, según este diario, en las hojas de cálculo del francés “hay errores
de transcripción de las fuentes originales y fórmulas incorrectas.
También da la sensación de que algunos de los datos están construidos sin una
fuente original”. Y añade: "Una
vez que el Financial Times ha
limpiado y simplificado sus datos, las cifras europeas no muestran ninguna
tendencia hacia el aumento de la desigualdad de la riqueza a partir de
1970" le acusan, incluso, de copiar datos de Suecia en 1908 y pegarlos
en la tabla relativa a EE.UU. y Europa en 1920. En total, Giles asegura haber
encontrado errores en 114 en las 142 líneas de datos que contienen las tablas
sobre desigualdad empleadas por Piketty. El diario británico afirma que su
investigación socava la tesis de la desigualdad creciente, y asegura que hay “poca
evidencia en las fuentes originales del economista para confirmar su tesis de
que una proporción creciente de la riqueza total está en manos de una minoría
de ricos”[8],
para terminar acusando a Piketty de ser “deshonesto”.
El artículo de Gilles en el Financial
Times provocó una cierta euforia en
los principales diarios de derecha del mundo anglosajón, que tomaron la crítica
de Giles como la refutación definitiva de las tesis de
Piketty, con la excepción de un medio de incuestionable ideología capitalista:
la revista The Economist. Esta publicación señaló que las críticas de Giles eran
cuestionables y que este ignoraba en su artículo que la mayoría de los datos de
Piketty provenían del World Top Income
Database, fuente que nadie cuestiona, reduciendo los fallos que pudiera
haber cometido Piketty a: “un par de errores que parecen ser de
transcripción o de ajustes hechos a datos que requieren una evaluación del
investigador”. Pero no fue sólo este semanario el que puso de manifiesto la
falta de fundamento de las críticas de Gilles. Según James Henry, autor de The price of offshore revisited y
profesor de la Universidad de Columbia, los errores de transcripción de datos
de Piketty son triviales, y añadió que el error del francés es el cálculo que
hace sobre la riqueza oculta en paraísos fiscales, pues “Hay unos 21 millones de millones de dólares ocultos en guaridas
fiscales. La mitad de esta suma está en manos de las 91.000 personas más ricas
del mundo, un 0,001 por ciento de la población mundial, que controla una
tercera parte de toda la riqueza mundial. Piketty ha subestimado esta cifra.
Este es el principal cuestionamiento que se le puede hacer. El resto es
trivial”[9]
Una crítica que ya el propio Piketty reconocía en una carta de respuesta
publicada en el Financial Times junto
con su polémica artículo, en la que reconoce la necesidad de una mejor
contabilización de la riqueza oculta en estos paraísos fiscales: “En realidad es muy posible que mis propias
estimaciones no tomen plenamente en cuenta la riqueza offshore o en guaridas
fiscales, algo que profundizaría la desigualdad”[10].
Pero no debe olvidarse, que los datos utilizados por Piketty provienen de otro
investigador de la Paris School of
Economics, Gabriel Zucman, quien estima en unos 8 millones de millones de
dólares la riqueza oculta en los paraísos fiscales, un cálculo realizado
tomando como punto de partida los datos macroeconómicos disponibles y los
activos financieros, dejando fuera todo otro tipo de acumulación de riqueza
como obras de arte o bienes muebles.
No es una casualidad que Chris Gilles eligiera los datos
de Piketty sobre los EE.UU. y el Reino Unido para tratar de descalificar las
tesis sobre la desigualdad creciente. El diario británico The Guardian entró en liza el 26 de Mayo de 2014, cuando Paul
Mason, editor económico de Channel4 de
televisión, señaló que las críticas de Giles y de los medios de comunicación de
la derecha, se apoyan en cifras oficiales erróneas. Masón decía: “Las conclusiones del Financial Times apenas
se diferencian de las de Piketty en el análisis de Suecia y Francia. Lo hacen
en el del Reino Unido y Estados Unidos. La razón es obvia. Desde tiempos
inmemoriales los ricos tienen una especial aversión a declarar su riqueza. Con
la reestructuración capitalista de 1979 se ha promovido la acumulación de riqueza
oculta que obligó a Piketty a una mezcla de datos de herencia y encuestas junto
a cálculos” Lo cierto es que en el
Reino Unido, ni siquiera los datos oficiales son coincidentes. El HMRC, el
fisco británico, estima que el 10% más rico del país tiene un 70% de la
riqueza. Pero para la Oficina Nacional de Estadísticas, sólo tienen el 44%. El
aumento del número de paraísos fiscales desde que comenzó la ofensiva
neoliberal a comienzos de los años 70, ha hecho cada vez más difícil calcular
la riqueza de las élites capitalistas. Ante esta situación, el único dato al
que se puede acceder con menor dificultad, es el de los ingresos, pero la
diferencia entre ingresos y acumulación de la riqueza, hace muy difícil
verificar la evolución de la desigualdad, generando incongruencias los datos
obtenidos dependiendo de la fuente de la que se obtienen.
En cuanto a los datos referidos a los Estados Unidos,
ocurre lo mismo que en el caso británico. Sam Pizzigati, del Institute for Policy Studies[11]
de Washington, habla de una “paradoja
americana” para explicar la
incongruencia de algunos de los datos que contiene la obra de Piketty sobre
este país. Pizzigati vuelve a señalar a los paraísos fiscales como el origen de
la desconexión entre ingresos y riqueza, diciendo que: “Entre los datos que tenemos sobre la desigualdad de ingresos y de
riqueza hay una profunda desconexión que equivale a una paradoja. El análisis
de la curva de ingresos nos dice que ha habido un enorme crecimiento de la
desigualdad entre los más ricos y el resto. Pero cuando analizamos la
desigualdad de riqueza, vemos que la diferencia es ínfima. La explicación más
lógica de esta diferencia es la riqueza oculta en paraísos fiscales. Si no,
habría que pensar que esta gente se gasta 5000 dólares en cenas cada noche del
año”[12].
La primera reacción en respuesta al artículo de Gilles,
fue la del propio Piketty en forma de carta, publicada en este mismo diario
unos días después de publicarse el artículo de Gilles, en la que formulaba una
dura réplica de diez páginas. Acusa al diario de estar haciendo el “ridículo” y de ser “deshonesto”, y reivindica la validez de sus hallazgos estadísticos,
aunque admitiendo siempre que son mejorables. Piketty se defiende diciendo que:
“me sorprendería mucho que cualquiera de
mis conclusiones sustantivas sobre la evolución al largo plazo de las
distribuciones de riqueza se vean muy afectadas por estas mejoras”. Sí
reconoció la necesidad de una mejor contabilización de la riqueza oculta: “En realidad es muy posible que mis propias
estimaciones no tomen plenamente en cuenta la riqueza offshore o en guaridas
fiscales, algo que profundizaría la desigualdad”[13] ya que “no tengo duda de que mis series de datos
históricos pueden ser mejorados y serán mejorados en el futuro” aunque no
cree que las conclusiones de su trabajo se vayan a ver afectadas por una
eventual corrección de los datos. De hecho, la edición británica de la obra, se
incluye un anexo digital con enlaces a todas sus fuentes al objeto de promover “un debate abierto y transparente” sobre
la progresión de la desigualdad.
La respuesta de Piketty era de esperar,
pero la que verdaderamente ha resultado sorprendente ha sido la del semanario
neoliberal The Economist, que publicó un
artículo titulado ¿Un problema de Piketty?, en respuesta al de
Chris Gilles en el Financial Times. En este artículo, The Economist cuestiona las afirmaciones
vertidas en el Financial Times: "El señor Giles -Chris Giles, editor de
economía del periódico que ha realizado el trabajo de comprobación de la tesis
del francés- presenta los cargos y concluye que las afirmaciones del libro de
Piketty no parecen estar respaldadas por las propias fuentes del libro, una declaración condenatoria, de ser cierta (…)
[y aunque] el análisis de Giles es
impresionante no parece apoyar muchas de las alegaciones presentadas por
el FT o la conclusión
de que el argumento del libro es erróneo". La revista plantea, además
que: "no resulta fácil verificar si
los datos son, en realidad, erróneos. Hay un par de casos en los que parece que
se hubiera cometido un error en la transcripción, pero uno no puede estar
seguro". Y señalando que será necesario hacer más
investigaciones sobre los datos para afirmar sin duda si los datos de Piketty
son correctos o no, concluye diciendo: "Con el tiempo quedará claro si Piketty es el
profeta que algunos ven o es otra cosa".
Con anterioridad al inicio de la polémica, Paul Krugman[14]
había publicado varios artículos[15]
denunciando las reacciones desmedidas de los medios neoliberales frente al
libro de Piketty, y había publicado algunas entradas en su blog[16] en
el mismo sentido. En éste, y respecto de la polémica desencadenada por el
artículo de Gilles en el Financial Times,
dijo que: “Cualquiera
que imagine que la noción de creciente desigualdad en la riqueza ha sido
refutada sufrirá seguro una decepción”. Finalmente, en un
artículo publicado en The New York Times,
y reproducido en español en el diario El
País el día 10 de Junio de 2014[17]
con el título de “Crítica fallida a
Piketty”, decía sobre la polémica de los datos que:
”La cuestión principal aquí le resulta
familiar a todo aquel que trabaje mucho en temas de desigualdad. Existen dos
tipos de datos sobre la distribución de la renta y la riqueza: los estudios, en
los que se pregunta a la gente qué hace o qué posee, y los datos fiscales.
Los datos de
los estudios son mejores a la hora de describir a las familias de rentas más
bajas, que a menudo no están cubiertas por los impuestos; pero es bien sabido
que los datos subestiman las rentas más altas y la riqueza porque, hablando en
líneas generales, es difícil entrevistar a los multimillonarios. Además, se
dispone de datos de estudios desde hace bastante poco, después de la II Guerra
Mundial, y con frecuencia, mucho más tarde.
Por eso
Piketty trabajó principalmente con datos fiscales, aunque también utilizó
algunos datos de estudios; cuando los combinaba, realizaba ajustes para
corregir las tendencias a la baja conocidas de los cálculos de los estudios
sobre las mayores riquezas”
Y aprovechaba para denunciar la manipulación que había llevado a
cabo Gilles de la diferencia entre los datos fiscales y la riqueza en poder de
una minoría, poniendo en evidencia la mala fe con la que se había actuado desde
el Financial Times, tratando de engañar a sus lectores. Y decía que: “Desde que se hizo evidente que la
desigualdad estaba aumentando – allá por la década de 1980 – en la derecha ha
habido un sector bastante importante de negación de la desigualdad. La negación
no se basaba en ningún argumento, ni tampoco contenía objeciones coherentes.
Consistía más bien en lanzar al aire muchos argumentos distintos, con la
esperanza de que algo calase: la desigualdad no está aumentando; está
aumentando, pero se ve compensada por la movilidad”; y terminaba expresando
su sorpresa porque: “Tradicionalmente, la
negación de la desigualdad se ha llevado a cabo en la página de opinión de The Wall Street Journal y en
lugares de mentalidad parecida. El ver que se extiende a The
Financial Times es una novedad, y es señal de que el periódico puede estar sufriendo una
murdochización progresiva”
Pero Krugman son tiene motivos para sorprenderse de que las
críticas a Piketty se publiquen en este diario, no hay que olvidar que,
como dice el economista Gonzalo Bernardos, el “Financial Times es el periódico de los inversores, de la gente que
trabaja en los mercados financieros. Y son éstos los que determinan en la
actualidad cómo se tiene que gestionar la crisis, más que los políticos”
Desmontada la pretendida refutación de la obra de Piketty por el Financial Times, desde las filas de la derecha los ataques no se han
detenido. Ya en España, el alevín de la extrema derecha neoliberal y miembro
del denominado “Instituto Juan de
Mariana”[19], Juan Ramón Rallo, ha pretendido refutar la obra de Piketty en diversos artículos, algunos
publicados en su blog[20], sin
aportar fundamento sólido alguno para ello, señalando que Piketty
yerra en su modelo teórico, en su análisis histórico y en sus propuestas
políticas, debido a que el marco teórico del libro no es adecuado y el análisis histórico del libro es equivocado, por lo que las propuestas
políticas derivadas del libro
son erróneas. Es más, dice que: “Incluso aquellos Estados intervencionistas
que más éxito han tenido a la hora de reducir
la desigualdad –los Estados nórdicos– no se caracterizan por una
agresiva y progresiva fiscalidad sobre los ricos, sino por promover el universal acceso a un capital humano de
calidad. Por consiguiente, ni siquiera dentro de una retórica estatista las
políticas propuestas por Piketty parecen tener justificación alguna, como de
hecho le acaban de recordar sus propios correligionarios en su propio país”.
Debe ser el único europeo, que no ha debido enterarse de la presión fiscal que
se experimenta en los países del Norte de Europa sobre toda la población en
general y sobre las rentas altas en particular, que ha llegado a merecer por
sus detractores el calificativo de confiscatoria.
Ya por último, nuevamente los
medios de la derecha neoliberal norteamericana se hacían eco del gran
acontecimiento[21] y volvían a lanzar las campanas al vuelo, lo que con gran alborozo se
reproducía en la prensa del mismo tenor en España[22], para
anunciar que un estudiante del MIT había probado que la desigualdad no ha
aumentado desde 1970, salvo en el valor de los activos inmobiliarios. El “estudio”, siendo generosos lo vamos a
llamar así, nació de un comentario de apenas 500 palabras publicado en un blog por Matthew Rognlie, un estudiante de 26 años ligado al
Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT)[23]. Las críticas
de Rognlie al trabajo de Piketty fueron publicitadas por el economista Tyler
Cowen de la Universidad George Mason, seguidor del pensamiento de Friedrich von
Hayek, quien animó Rognlie a realizar un trabajo más amplio sobre la cuestión,
a cuya instancia el estudiante fue ampliando poco a poco
el alcance de sus estimaciones, hasta componer un informe titulado “A note on Piketty and diminishing returns
to capital”[24] que ha
sido publicado por el Instituto Brookings[25],
uno de los think tanks de la derecha neoliberal más poderosos de los EE.UU. y del
que se hizo eco rápidamente The Washington Post[26] la prensa capitalista tras el fiasco del Financial
Times.
El estudiante Rognlie, dice haber encontrado tres grandes
errores en la obra de Piketty:
1º Niega que la
tasa de retorno del capital arroje un rumbo ascendente a lo largo del tiempo;
2º Apunta que los
cálculos de Piketty sobreestiman la rentabilidad futura que podrán
obtener los más acaudalados a base de reinvertir su capital.;
3º Explica que "los ingresos derivados de las rentas del
capital se han mantenido estables de 1970: el único aspecto que ha
cambiado y que ha ido a más son los precios de los activos inmobiliarios, pero
al margen de esa apreciación no se observa repunte alguno de la
desigualdad".
Una vez su tesis salió a la luz, el estudiante
intercambió varios correos electrónicos con Piketty, quien ha declarado a los
medios que "existen aspectos poco
comprendidos de su libro". En opinión de Rognlie, la respuesta del
galo fue "densa" e "inconsistente", sin un argumento
concreto capaz de refutar su trabajo crítico ahora promocionado por el
Instituto Brookings
No ha sido sólo un joven estudiante como Rognlie el que ha
continuado la descalificación del trabajo de Piketty, también el profesor
Lawrence H. Summers, profesor de Economía de la Universidad de Harvard y
antiguo Secretario de Hacienda durante la presidencia de Clinton, ha salido a
la palestra, escribiendo un extenso artículo[27]
cuestionando muchas de las suposiciones de Piketty que, según dice, supone que
la rentabilidad de capital se mantiene estable, es decir, ignorando los diminishing returns o ley de los
rendimientos decrecientes[28].
Tanto Rognlie como Summers, afirman que es posible que la tasa de rentabilidad del capital no
sea tan elevada como dice Piketty,
porque el francés no ha tenido en
cuenta la fuerte depreciación que sufre dicho factor en los momentos
actuales respecto de otros tiempos, por lo que la tasa neta, una vez descontada
dicha depreciación, puede hacer que la conclusión a la que llega Piketty sobre
un futuro en el que las rentas del capital absorban proporciones más elevadas
del producto total, puede no cumplirse. Pero ambas críticas a las tesis de
Piketty se equivocan en dos puntos esenciales:
En primer lugar, lo único que necesita Piketty para tener razón en
sus pronósticos, aun asumiendo rendimientos decrecientes y escasa capacidad de sustitución del capital, es que
haya un progreso tecnológico dentro de las estructuras del capital, lo
suficientemente intenso como para compensar la entrada de los rendimientos
decrecientes. Summers y Rognlie no incluyen la influencia de ese progreso
técnico, pero Piketty sí, de ahí que la evidencia empírica que aportan no sirva
para refutar el modelo de Piketty;
En segundo lugar, la elasticidad de sustitución mide la capacidad de
sustitución entre el capital y el trabajo en el corto plazo: es una elasticidad
de sustitución para unas circunstancias técnicas y temporales concretas, pero
no una elasticidad de sustitución en el largo plazo. La distinción es relevante
ya que la creación de nuevos bienes de capital permite a largo plazo generar
nuevas estructuras de bienes de capital más productivas que las anteriores, y
este efecto no es recogido por las estimaciones empíricas que apuntan Summers y
Rognlie. La capacidad de un sistema productivo de reemplazar trabajo por
capital es bastante limitada en el corto plazo, lo que no implica que a largo
plazo también lo sea, tal y como reconoce Rognlie en su trabajo. Y la
elasticidad verdaderamente relevante para las conclusiones de Piketty es la de
largo plazo.
En suma, las críticas que se han dirigido hasta la fecha
contra Piketty por parte de quienes aceptan que el tipo de interés depende de
la productividad marginal del capital no son válidas. Si lo fueran, debería
haberse observado un tipo de interés del capital fuertemente decreciente desde
el s. XVIII pero, tal como documenta Piketty, esa tasa de retorno se ha
mantenido constante en el entorno del 4-5%.
Por lo que para que las conclusiones del economista francés sean
verosímiles, basta con asumir que la tasa de retorno sobre el capital se va a
mantener estable en torno a los niveles en los que se ha ubicado en los últimos
trescientos años.
Al combinar todas estas líneas de la crítica neoliberal,
salta a la vista el verdadero problema de la derecha con el libro de Piketty:
que su autor es un extranjero “comunista”
que pretende privar a los ricos de lo que por mandato divino les pertenece.
Como dice el economista español Gonzalo Bernardos: “Piketty ha puesto mucho énfasis en el
principal problema que hay en el mundo desarrollado, que es la distribución de
la renta. Por qué para algunos la crisis ha sido una oportunidad, para los más
ricos, para los inversores, y en cambio, para muchos, para la mayoría, la
crisis ha sido una maldad. Desde esta perspectiva, Piketty argumenta que cuando
los rendimientos del capital superan a los rendimientos de la economía, el
capital está absorbiendo una parte de la renta que no le corresponde, que le
corresponde a los más desfavorecidos, lo que empeora la desigualdad de la
renta“ [29]
Obviamente, en una obra tan extensa como la de Piketty,
cabe discrepar en un 10% o un 20% de sus argumentos y análisis, pero de lo que
no cabe duda alguna es de la casi unanimidad que provoca su afirmación básica
de que la desigualdad aumenta y la riqueza se está concentrando cada vez en un
menor número de personas. Es decir, hay un consenso mayoritario en que el libro
de Piketty es básicamente correcto, lo que no supone que haya una coincidencia
en las propuestas de Piketty para corregir la deriva del capitalismo.
Pero las discrepancias puntuales sobre uno u otro aspecto
del análisis de Piketty, no le impide al profesor Bernardos decir que: “El libro de Piketty es una amenaza. Ahora
bien, los economistas jugamos con los años. Seguramente, algunas cifras pueden
no ser del todo exactas, pero esto no invalida sus argumentos. Se puede decir
que el libro de Piketty es oportunista, pero yo diría que es un libro oportuno.
Es un libro que no es de actualidad económica, sino de historia económica y
marca, sobre todo, un aspecto muy importante: estamos volviendo a finales del
siglo XIX y a principios del XX. Y esto tiene implicaciones muy importantes
socialmente. Porque esta situación, si sigue así, va a llevar a una lucha de
clases, algo que se había olvidado”[30].
[1]
Nicolás Baverez, nacido el 8 de mayo de 1961 en Lyon, es un ensayista francés y
abogado desde 1998, titulado en la Escuela Normal Superior de Ulm (promoción
1980) y graduado en la elitista Escuela Nacional de Administración ENA (clase
de Michel de Montaigne, 1988). También es doctor en Historia y profesor
asociado en la Escuela de Ciencias Sociales. Es un ferviente liberal desde su
ingreso en la ENA en 1986. Para él:
"El anti-liberalismo es un flagelo que es el principio de la decadencia y
la regresión de Francia". Es uno de los principales representantes de
la corriente conocida por sus críticos como "decadentista". Baverez ha denunciado un descenso relativo de
Francia ante el resto del mundo causado por la intervención excesiva y
desacertada del Estado en la economía y los altos impuestos. Según él, Francia
es el único país desarrollado que se esfuerza por mantener el modelo obsoleto
de economía cerrada de los años sesenta.
[2]
www.libremercado.com/2014-05-03/asi-es-thomas-piketty-el-nuevo-fetiche-economico-de-la-izquierda-1276517386/
[3]
www.ft.com/cms/s/2/e1f343ca-e281-11e3-89fd-00144feabdc0.html#axzz3VhYPrD2p
[4]
http://www.ft.com/intl/cms/s/0/2d492786-cf90-11e3-bec6-00144feabdc0.html#axzz3WOGwBgcM
[5]
www.ft.com/cms/s/2/e1f343ca-e281-11e3-89fd-00144feabdc0.html#axzz3VhYPrD2p
[6]
www.abc.es/economia/20140604/abci-capitalismo-contra-guru-piketty-201406032035.html
[7]
El “cherry-picking”
(literalmente, selección de cerezas) es el sesgo en el cual un investigador
escoge únicamente los datos que confirman su hipótesis previa. Por tanto, no
está mostrando datos representativos, sino únicamente aquellos que le van a dar
la razón. La metáfora sería la de considerar que la cesta de cerezas que se
vende en el supermercado es representativa de todas las cerezas, cuando en
realidad ha pasado por un proceso de selección.
[8]www.elconfidencial.com/economia/2014-05-24/el-financial-times-refuta-la-tesis-economica-de-piketty_135939/
[9]
www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-247297-2014-05-29.html
[10]
www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-247297-2014-05-29.html
[11] El Instituto de Estudios Políticos
(IPS) es un think tank con sede en Washington, DC. Es uno
de las cinco grandes think tanks norteamericanos de izquierda próximos al partido
demócrata.
[12] www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-247297-2014-05-29.html
[13]www.elconfidencial.com/economia/2014-05-24/el-financial-times-refuta-la-tesis-economica-de-piketty_135939/
[14] Paul Robin Krugman (Albany, 28 de febrero de 1953) es un
economista estadounidense de origen judío, profesor de Economía y Asuntos
Internacionales en la Universidad de Princeton y en la Escuela de Economía y
Ciencia Política de Londres y columnista del periódico New York Times.
En 2008 fue galardonado con el Premio Nobel de Economía por sus trabajos sobre
la Nueva Teoría del Comercio y la Nueva Geografía Económica
[15]
www.nytimes.com/2014/04/25/opinion/krugman-the-piketty-panic.html;
www.nytimes.com/2014/03/24/opinion/krugman-wealth-over-work.html
[16]
www.krugman.blogs.nytimes.com/2014/05/24/is-piketty-all-wrong/
[17] www.blogs.elpais.com/paul-krugman/2014/06/cr%C3%ADtica-fallida-a-Las
piketty.html
[18] www.finanzas.com/noticias/economia/20140605/politicos-banqueros-como-dioses-2684852.html
[19]
Es un think tank de ideología neoliberal fundado en el año 2005. Patrocina el
Máster de Economía de la Escuela Austriaca en la Facultad de Ciencias Jurídicas
y Sociales de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, a cuyo cuerpo docente
pertenecen sus directivos y que han hecho de la Facultad de Ciencias Económicas
de esta Universidad una plaza fuerte del neoliberalismo en España. Guarda
estrechas relaciones con el diario digital neoconservador
www.libertaddigital.com, con la web www.liberalismo.org y el diario digital
www.negocios.com, así como con el conocido periodistadigital.com.
[20]
www.juanramonrallo.com/2015/01/los-tres-errores-clave-de-thomas-piketty/
[21]www.brookings.edu/about/projects/bpea/papers/2015/land-prices-evolution-capitals-share
[22]www.libremercado.com/2015-03-28/un-joven-de-26-anos-desmonta-a-piketty-el-guru-de-la-izquierda-1276544264/?utm_source=3&utm_medium=masleido&utm_campaign=masleido
[23] El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por las iniciales de su nombre en
idioma inglés, Massachusetts Institute of Technology) es una universidad
privada localizada en Cambridge, Massachusetts (Estados Unidos). Los ingresos
agregados de las empresas fundadas por ex alumnos del MIT, lo situaría como la
undécima economía más grande del mundo. Es considerada como una de las más
selectivas de los EEUU e incluso del mundo.
[24] www.mit.edu/~mrognlie/piketty_diminishing_returns.pdf
[25]
La Institución Brookings o Brookings
Institution es un think tank fundado en 1916. Su sede se
encuentra en Washington D.C. dedicado a la investigación en las ciencias
sociales, especialmente en Economía y Política Exterior. Es uno de los think tanks más antiguos y declara que
su objetivo principal es "ayudar al
desarrollo de políticas públicas sólidas y promover la comprensión del público
de cuestiones de importancia nacional." La organización se describe a
sí misma como independiente, pero en realidad es una organización neoliberal
que apoyó fervientemente a la administración Bush y a la política de reducción
de impuestos a los ricos. La organización está dirigida actualmente por Strobe
Talbott, ex Secretario adjunto de Estado bajo la presidencia de Clinton. Carlos
Pascual, el antiguo embajador en Ucrania, actúa como vicepresidente de la
Institución Brookings y como Director
del programa de Estudios de Política Exterior.
[26] www.washingtonpost.com/blogs/wonkblog/wp/2015/03/19/meet-the-26-year-old-whos-taking-on-thomas-pikettys-ominous-warnings-about-inequality/
[27]www.larrysummers.com/2014/05/14/piketty-book-review-the-inequality-puzzle/&prev=search
[28]
La ley de los rendimientos decrecientes (en inglés: diminishing returns) es una
de las leyes más difundidas de la economía. Afirma que a medida que se añaden
cantidades adicionales de un factor productivo en la producción de un bien,
manteniendo el empleo del resto de los factores sin variación, se alcanza un
punto a partir del que la producción total aumenta cada vez menos hasta que
incluso empieza a disminuir. Esta ley es central en la teoría de la producción,
una de las principales divisiones de la teoría microeconómica neoclásica. El
concepto de rendimientos decrecientes se remonta a los primeros economistas
como Johann Heinrich von Thünen, Anne Robert Jacques Turgot, Thomas Malthus y
David Ricardo. Sin embargo los economistas clásicos como Malthus y Ricardo
atribuirán el decrecimiento de los rendimientos en los resultados (outputs) en
la disminución de la calidad de las entradas (inputs). Los economistas
neoclásicos asumían que cada "unidad"
de trabajo es idéntica = perfectamente homogénea. Los rendimientos decrecientes
eran debidos a la interrupción de todo el proceso productivo a medida que
unidades adicionales de trabajo se añadían a una cantidad fija de capital. Karl
Marx desarrolló una versión de la ley de rendimientos decrecientes en su teoría
de la tendencia de la tasa de ganancia en su obra El Capital (volumen III).
[29]www.finanzas.com/noticias/economia/20140605/politicos-banqueros-como-dioses-2684852.html
[30]www.finanzas.com/noticias/economia/20140605/politicos-banqueros-como-dioses-2684852.html
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