El ascenso
de los neoconservadores.
A comienzos de los años 70, la Unión Soviética había
pasado de ser un régimen completamente controlado por una minoría judía que
sostenía el internacionalismo comunista, a un nacional-comunismo anti-israelí y
pro-árabe dirigido por una élite soviética antisemita. Este radical giro
político producido a la muerte de Stalin, sumado a la creación del Estado de
Israel y a la oposición propalestina de la izquierda, provocó una
radicalización espectacular de los antiguos troskistas convertidos ahora en
neoconservadores y en su mayoría judíos, que abandonaron la izquierda demócrata
para pasar a la derecha del Partido Republicano. Esta migración hacia la
derecha parece lógica, si tenemos en cuenta que además de la conciencia de
constituir una élite esotérica imbuida de la idea de guerra permanente
desarrollando una política unilateral, los neoconservadores estaban
comprometidos de forma fanática con Israel. Y no sólo con Israel o con el
movimiento sionista en general, sino con las ideas más extremas del movimiento
sionista. Lo que no es de extrañar, pues su fuente de inspiración a través de
Leo Strauss era el sionista Zeev (Vladimir) Jabotinsky, que en la década de
1930 defendió el empleo ilimitado de la violencia para conquistar todo el Eretz
Israel. Las ideas de Jabotinsky han sido retomadas por el partido Likud, que
nació en el seno de las organizaciones
terroristas Irgun y Stern. Y es con las ideas que conforman el extremismo
sionista con lo que se identifican los neoconservadores estadounidenses.
La reputación de Strauss fue aumentando en la medida en
que sus alumnos fueron tomando posiciones en la vida pública. Primero en
ámbitos académicos, donde la presencia conservadora fue creciendo gracias a Irving
Kristol, Norman Podhoretz[1],
Samuel Huntington[2],
Seymour Martin Lipset, o Daniel Bell. Allí también tuvieron éxito ex alumnos y
protegidos de Strauss como Francis Fukuyama, Allan Bloom, Harry Jaffa, Harvey
Mansfield y, aunque no se considere ahora dentro de la escuela de Strauss,
Robert Kagan. Esto no impidió que el grueso del movimiento neoliberal y muchos
conservadores clásicos, se distanciaran de los neoconservadores, a quienes
acusarían de haber traicionado los principios de Estado mínimo y aislacionistas
de la vieja derecha americana.
A pesar de las declaraciones que a posteriori de la
llegada al poder con G. W. Bush de los neoconservadores, realizó la hija de
Strauss en el New York Times, Jenny Strauss Clay, rechazando que su padre fuera
el padre intelectual de los ideólogos del movimiento, lo cierto es, que a
medida que fue creciendo a lo largo de la década de los setenta, muchos jóvenes estudiantes
seguidores de las ideas de Strauss fueron a Washington para unirse al grupo
activo en política. Algunos, como Paul Wolfowitz o Francis Fukuyama, se habían
empapado de las ideas de Strauss en la Universidad de Chicago; otros, como
William Kristol, el hijo de Irving Kristol y director de la revista ”The Weekly Standard” propiedad
del
magnate judío Rupert Murdoch, o Harvey Mansfiedl uno de los profesores más
destacados de la escuela straussiana, un entusiasta de la “Patriot Act” que, tras el
11-S, limitó los derechos individuales de los ciudadanos estadounidenses y dio
poderes extraordinarios al presidente, estudiaron las teorías de Strauss en la
Universidad de Harvard. Una vez en la capital y en estrecha relación con las
creencias expuestas, los neoconservadores establecieron una red entrelazada de “laboratorios de ideas” proisraelíes,
comprometidos políticamente y bien financiados que siguen funcionando a día de
hoy, y aunque esas instituciones constituyen entidades separadas, sus juntas
directivas, benefactores y cargos nombrados son en su mayoría coincidentes.
Representan quizás el ejemplo supremo de lo que en las escuelas empresariales
se ha dado en llamar “creación de
contactos”. Así, un investigador becado en una de ellas, puede ser director
o investigador en otra, y de igual
manera varios individuos lo son a menudo en dos o más. Esta forma de organización les permite aparentar
una inexistente neutralidad académica, al tiempo que garantiza la cohesión e
influencia del conglomerado organizativo, permitiendo a los neoconservadores reforzarse
mutuamente.
Willian Kristol |
Los “lobbyes”, los “thinks tanks” y los
medios de comunicación neoconservadores.
El papel desempeñado por los “lobbyes” y los “thinks tanks” en el ascenso político de los
straussianos ha sido decisivo, y entre ellos el que mayor protagonismo ha
adquirido es el Instituto de Empresa Americano (AEI) de Washington, que en el
2000 declaró un presupuesto de 24,5 millones de dólares. Se fundó n el año 1954
y se convirtió en el principal refugio para varios neoconservadores de la
segunda y la tercera generación. Richard
Perle[3],
Michael Ledeen[4],
Joshua Muravchik, Michael Rubin, los especialistas en estrategia T. Donnelly, o
en defensa D. Pletka entre otros, aparecen en las listas de “investigadores residentes” o “becarios residentes”, y en él han
participado el exvicepresidente, Dick Cheney, y el exsecretario de Defensa,
Donald Rumsfeld.
Algo más pequeño que el AEI es el Instituto para
Políticas de Oriente Próximo de Washington (WINEP), que recibió en el año 2000,
subvenciones desgravables por valor de 4,1 millones de dólares. Su director
fundador fue Martin Indyk, que había sido antes director de investigación del
importante lobby sionista Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí
(AIPAC). En 1993 se otorgó a Indyk la ciudadanía estadounidense de forma
rápida, y se convirtió en ayudante especial del presidente Clinton y director para
Oriente Medio del Consejo de Seguridad Nacional. Más tarde fue nombrado
embajador en Israel y subsecretario de Estado para Oriente Medio y el Sudeste
Asiático. El WINEP está hoy dirigido por Dennis Ross, que actuó como
coordinador del presidente Clinton en el proceso de paz de Oriente Medio. Entre
los investigadores y el personal que el WINEP comparte con otros institutos
neoconservadores, se encuentran Robert Satloff (exdirector de política),
Patrick Clawson (exdirector de investigación), Michael Rubin y Martin Kramer.
El Instituto Judío para Asuntos de la Seguridad
Nacional (JINSA) es otra de las instituciones creadas por los neoconservadores,
fue fundado en 1976 y gestiona un presupuesto anual de 1,5 millones de dólares.
Prácticamente fusionado con otro grupo, el Centro para la Política de Seguridad
(CSP), posee una impresionante junta directiva que incluye al exvicepresidente,
Dick Cheney[5],
y los neoconservadores Paul Wolfowitz[6],
Richard Perle, el subsecretario de Estado John Bolton, el subsecretario de
Defensa Douglas Feith, Michael Ledeen, la antigua embajadora en las Naciones
Unidas Jeanne J. Kirkpatrick, Stephen Bryen, Joshua Muravchik, Eugene Rostow y
el ex director de la CIA James Woolsey, además de varios generales y almirantes
retirados. Esta entidad, involucra a muchos expertos no-judíos de Defensa,
quienes hacen constantes viajes consultivos a Israel a fin de coordinar las
posiciones políticas que adopta el JINSA en cada momento. Es posible que ningún
otro grupo haya hecho una campaña más infatigable que el JINSA/CSP en favor de
un “cambio de régimen” en Oriente
Medio, contra la limitación de armas y por el programa IDE denominado “Guerra de las Galaxias”.
El Instituto Hudson fue fundado en 1961 por Herman
Kahn, que era por entonces un destacado partidario de la guerra nuclear contra
la Unión Soviética, y Richard Perle es uno de los miembros de su consejo de
administración. Esta institución, mantiene un activo programa relacionado con
Oriente Medio bajo la dirección de Meyrav Wurmser, cuyo marido, David, fue el
principal asesor de John Bolton, uno de los más duros neoconservadores y de
mayor rango en el Departamento de Estado con George W. Bush.
El Foro de Oriente Medio es el grupo más reducido, pero
no el menos activo, y viene utilizando donaciones por valor de unos 1,5
millones de dólares al año, para realizar una intensa campaña en favor de los
gobiernos del Likud en Israel. Los miembros clave de su personal están también
relacionados con el Instituto de Empresa Americano (AEI) y el Instituto para
Políticas de Oriente Próximo de Washington (WINEP). El director del Foro Daniel
Pipes[7],
a quien el presidente G. W. Bush hizo miembro de la junta del Instituto de la
Paz de Estados Unidos, organizó una iniciativa llamada Campus Watch
(Observatorio Universitario) dirigida a atacar a los profesores universitarios
críticos con Israel o con la política estadounidense en Oriente Medio. Su
colega Martin Kramer (antiguo director del Centro Moshe Dayan de la Universidad
de Tel Aviv) ha ampliado el ataque del FOM para incluir también a los miembros
del Departamento de Estado. El nivel de violencia alcanzado en su actividad por
esta organización, lo pone de manifiesto la Catedrático de Historia de la
Universidad de Yale Glenda Gilmore, quien tras los ataques que sufrió de Campus
Watch en 2002, dijo[8]:
"He sido tachada de traidora.
Escribí un artículo para 'The Yale Daily News' y recibí amenazas de violación y
muerte. El proyecto de ley, que aún no ha sido aprobado por el Senado, crearía
una junta de gobierno para vigilar la enseñanza en los centros académicos
receptores de financiación federal. El senador Santorum ha redactado un
proyecto de ley con un nombre que sólo podría haber imaginado George Orwell,
"Diversidad ideológica", y que recortará la financiación federal a
miles de facultades y universidades que permitan a profesores, estudiantes y
organizaciones estudiantiles criticar las políticas israelíes”.
Por último, no hay que olvidar al “Project for the New American Century” (PNAC) presidido primero por
Irving Kristol y después por su hijo Willian, dirigido por Gary Schmitt. Una
fundación por la que han pasado buen número de funcionarios de la
Administración federal, entre los que podemos citar a miembros muy conocidos
como el consejero de la Casa Blanca en asuntos de Bioética y teórico del “Fin de la Historia”, Francis Fukuyama,
y al que fuera prominente miembro de la administración de G. W. Bush Richard
Armitage. Es uno de los “think-tanks” de mayor peso en la política
estadounidense.
Políticos e intelecutales pertenecientes al PNAC |
Desde estas plataformas y grupos de poder, los neoconservadores
se han instalado en todos los niveles de la Administración federal y de la
sociedad civil. Como ejemplo de su influencia, podemos citar a gran cantidad de
personas notables que estudiaron con Strauss o asistían a sus ciclos de
conferencias en la Universidad de Chicago, la mayoría de ellos judíos, como
Hadley Arkes, Seth Benardete, Allan Bloom, Werner Dannhauser, Murray seco,
William Galston, Victor Gourevitch, Harry V. Jaffa, Roger Masters, Thomas
Pangle, Stanley Rosen, Abram Shulsky, Susan Sontag, Harvey C. Mansfield, al magistrado
del Tribunal Supremo Clarence Thomas o al ex-Fiscal General y Juez Robert Bork,
al también ex-Fiscal General John Ashcroft, que fue miembro de la
administración Bush hasta que dimitió por haberse enriquecido con concesiones
gubernamentales en Irak, al que en vida fuera editor de la revista conservadora
“Nacional Review” William F. Buckley,
el exsubsecretario de Defensa para Inteligencia, Stephen Cambone, Lynne Cheney,
Robert H. Bork, exsecretario exadjunto de Defensa, Alan Keyes, exsecretario de Educación,
William J. Bennett editor de Weekly Standard, el exjefe de Estado Mayor de J.
Danforth Qayle, Robert H. Bork, exsecretario Adjunto de Defensa, Alan Keyes,
exsecretario de Educación, William J. Bennett editor de Weekly Standard, el
exjefe de Estado Mayor de J. Danforth Qayle, John Podhoretz exeditorialista del
New York Post y el exvicepresidente de la “National
Endowment for the Humanities” John T. Agresto, Jeane Kirkpatrick del
American Enterprise Institute y exasesora de política exterior de Ronald Reagan
y ex embajadora de los EEUU ante la ONU); Samuel Huntington, y el exeditor de
la revista mensual “Comentary” del
Comité de Judíos Americanos y padre del mencionado John, Norman Podhoretz,
entre otros.
También comenzaron a formarse expertos conservadores en
política exterior durante los años 60 nucleados en el Centro de Estudios
Estratégicos de Georgestown, en el Instituto Hoover de la Universidad de
Stanford y en el Consejo Americano de Seguridad.
En cuanto a las revistas, la primera en aparecer fue “The National Review” fundada por
Willian F. Buckley en 1955, en donde escribieron artículos y lo siguen haciendo
muchos neoconservadores, aunque tiene una tendencia más cercana a los
postulados del conservadurismo tradicional estadounidense.
En el año 1965 Irving Kristol fundó la revista “The Public Interest” dedicada a temas
sociales y culturales de política interna, y veinte años después, en 1985, el
mismo Kristol fundó la revista “The
National Interest”, dedicada únicamente a la política exterior
estadounidense, que sirvió de base de apoyo a la estrategia exterior del
presidente Reagan.
En resumen, los neoconservadores, han utilizado esta
poderosa red de instituciones, para integrarse en las estructuras de poder de
los EE.UU., lo que les permitió aprovechar los acontecimientos del nuevo “Pearl Harbour” del 11-S, para conseguir lo que el antiguo subsecretario
de Estado para Asuntos Políticos David Newsom, ha etiquetado como un “un golpe de Estado en gran medida pacífico”[9].
El papel
de Israel para los neoconservadores, y su influencia sobre política la política
de EE.UU. en Oriente Medio.
Los neoconservadores sostienen que el sistema político
y el estilo de vida norteamericanos como modelo de referencia universal, que
debe exportarse al mundo como medio de garantizar la seguridad de los EE.UU.
Como dice Paul Berman: “La libertad para
los demás significa seguridad para nosotros”. En sintonía con esta
concepción modélica, según el propio W. Kristol, el movimiento sostiene dos
principios en política exterior: El primero, que el nacionalismo debe ser
alentado tanto por las instituciones públicas como por las privadas; El
segundo, que las élites políticas deben, por encima de todo, establecer una
clara división entre amigos y enemigos. Dos ideas straussianas evidentes: la
primera, el valor del mito nacional como vector movilizador de la masa; y el
segundo, la dialéctica schimittiana sobre el conflicto, establecida sobre la
distinción amigo-enemigo, recogida por Strauss. La función que cumple este
concepto de la política exterior es doble: por un lado, de cara al interior del
país convierte la política exterior en un elemento mítico eficaz, para corregir
la descomposición social resultado de la contracultura y de los valores
individualistas pequeño burgueses del progresismo desarrollado a partir de los
sesenta; y por otro, de cara al exterior del país obedece la necesidad de
intervenir por imperativos militares o geoestratégicos conforme a cálculos de
realpolitik al servicio de la hegemonía absoluta de los EE.UU. única garantía
de la supervivencia de Israel.
Esta idea de la política exterior, está profundamente
enraizada en la tradición histórica norteamericana, que partiendo del
fundamentalismo protestante en la creación de los EE.UU., basa su percepción de
la nación “Elegida por Dios”, como
una “Nueva Israel”, un mito
movilizador patriótico existente desde los
tiempos anteriores a la Revolución
Americana. Strauss asume el rol de movilizador social de lo religioso del
fundamentalismo estadounidense, que coincide con sus postulados sionistas, y
que más tarde asumirán los straussianos. Prueba de ello es que Harry Jaffa,
quizás el antiguo alumno de Strauss y académico más importante desde el punto
de vista intelectual, dijo que: “EEUU es
la Sión que alumbrará al mundo”[10].
Harry jaffa en la The Heritage Foundation |
Strauss siempre consideró la cuestión judía como el
tema principal de sus reflexiones, y para él, la existencia per se del Estado
de Israel no era una solución a esta cuestión, que consideraba insoluble en el
marco del liberalismo. Para Strauss, la solución a la cuestión judía era de
carácter teológico-político, por lo que sólo se solventaría con la instauración
en Israel de un Estado fundamentalista judío basado en los principios y valores
judíos establecidos en la Biblia. Estas ideas fueron traídas al movimiento
neoconservador por Paul Eidelberg, de nacionalidad norteamericana e israelí, un
destacado estudiante de Strauss en la Universidad de Chicago, que ha presidido
la Fundación para la Democracia Constitucional en Oriente Medio y el Partido
Yamim Israel, llegando a redactar una constitución para Israel recogiendo la
idea straussiana.
Introducida en la esencia del movimiento la identidad
sionista de Strauss, de ella surgirán los planes del PNAC para Oriente Medio en
1996, con el documento “Una fractura
limpia, una nueva estrategia para hacerse con la región”, redactado por un “comité de sabios” reunido por el “Institute for Advanced Strategic &
Political Studies” (IASP), con sede en Jerusalén y Washington y dirigido a
Benjamín Netanyahu, del Likud, en el que se plasmaba la conveniencia de romper
los acuerdos de Oslo con los palestinos sobre la creación de un Estado
palestino viable, y de acabar con el régimen de Saddam Hussein y después con
los de Siria, Líbano, Irán y Arabia Saudí. Entre sus firmantes estaba, junto a
otros miembros del AEI, Richard Perle, también del PNAC y uno de los
principales instigadores de la guerra contra Irak desde el gobierno de G. W.
Bush, cuando muchos de los straussianos que estaban en las fundaciones neoconservadoras
durante la administración Clinton, volvieron a ocupar lugares clave en el
gobierno de EE.UU. y particularmente en el Pentágono. Un programa que se puso
en marcha tras el 11-S, el nuevo “Pearl
Harbour” al que los documentos del PNAC aludían ya a finales de los noventa
del pasado siglo, como oportunidad para que su proyecto pudiese llevarse a cabo
el programa de reordenación de todo el Oriente Medio.
El plan neoconservador pasaba por el mito de Estados
Unidos como nación que encarna el Bien, cuyo destino es luchar contra las
fuerzas del Mal en el mundo. De este modo, se resolvían los problemas naturales
de la sociedad liberal al cohesionarla alrededor de los valores tradicionales
americanos de carácter nacionalista, patriótico y religioso, al tiempo que se
extienden las bondades de la democracia americana por todo el mundo, mediante
la implementación de una política exterior intervencionista, justificada por la
amenaza del enemigo común, que llevaría a largo plazo a la conformación de un
nuevo orden mundial democrático bajo el liderazgo norteamericano, en el que la
paz y la seguridad, tanto americana como mundial, estarían garantizadas.
En síntesis, la idea de política exterior
neoconservadora ha sido gráficamente descrita por el miembro del Instituto de
Empresa Americano (AEI) Michael Ledeen, que de modo grosero dijo que: "Cada diez años más o menos, Estados
Unidos tiene que elegir algún país de mierda y empujarlo contra la pared, sólo
para enseñarle al resto del mundo que vamos en serio".
De las
palabras a los hechos: la guerra contra el Terror de los neoconservadores en
los años setenta.
A principios de los setenta, el sistema político
norteamericano había colapsado, debido a
la difícil situación que se había alcanzado tras la renuncia de Nixon tras el
escándalo del caso Watergate, la derrota en Vietnam y el abandono de los
acuerdos de Bretton Woods por el que se mantenía fija la convertibilidad del
dólar en oro. Como sostiene Henry Kissinger[11]
en su obra “Diplomacy”[12],
al referirse al ascenso de los neoconservadores como un movimiento crítico de
la política exterior de Nixon: “a los
conservadores tradicionales se les fueron uniendo gradualmente unos inesperados
partidarios: los demócratas liberales, decididos anticomunistas, que se habían
apartado de su partido por la ascendencia del ala radical. La candidatura de Mc
Govern en 1972 había completado el desencanto de estos autodeclarados
neoconservadores y la guerra de Medio Oriente de 1973 les dio la primera
oportunidad de expresar con coherencia y en escala nacional, sus ideas sobre
política exterior.” Surgió así una crisis de confianza en la clase política
norteamericana, y un aumento de la contestación al sistema desde la propia
sociedad. Aprovechando el momento, los neoconservadores buscaron apoyos a sus
tesis. Y las encontraron en dos políticos conservadores de la nueva
administración de Gerald Ford. Uno era Donald Rumsfeld, el nuevo Secretario de
Defensa. El otro era Dick Cheney, el jefe de Gabinete del Presidente.
Rumsfeld comenzó a hacer discursos en los que acusaba a
la URSS de violar los tratados de desarme firmados por Kissinger y de llevar a
cabo un programa de rearme secreto con la intención de atacar Estados Unidos.
La CIA, que vigilaba a la URSS en busca de cualquier tipo de amenaza, informó
al Presidente acerca de las acusaciones infundadas de Rumsfeld, pero éste
aprovechó su influencia para convencer al presidente Ford de que llevara a cabo
una investigación al margen de los servicios de inteligencia tradicionales,
asegurándole que se probaría la existencia de una amenaza real para Estados
Unidos. Ford aceptó, y Rumsfeld encargó la investigación a un equipo dirigido
por Paul Wolfowitz y Richard Pipes. Su objetivo sería cambiar la política de
distensión de Kissinger, por otra de enfrentamiento bélico radical con la URSS.
La política de Henry Kissinger como Secretario de Estado había dirigido la
política exterior de EE.UU., con una visión pragmática en un momento de
convulsión política interna, buscando crear un nuevo tipo de interdependencia
global en el que Estados Unidos estaría a salvo en medio de la tela de araña de
las múltiples alianzas establecidas. La llamada “realpolitik”. Para ello, estableció relaciones diplomáticas con
China y firmó un acuerdo sobre la reducción de los arsenales nucleares con los
soviéticos en 1972, que fue el comienzo de la era de la “distensión”, lo que permitió al presidente Nixon anunciar
triunfalmente que “la era del terror se
había acabado”. La escuela de Kissinger recibió el nombre de ”realista” y se convirtió en el
adversario político de los neoconservadores.
El grupo de investigación dirigido por Pipes y
Wollfowitz fue dirigido por Paul Nitze, quién creó una comisión de
investigación que se conoció con el nombre de “Team B”, en el año 1976. Este equipo era muy crítico con la
política de Kissinger y con las negociaciones con la Unión Soviética llevadas a
cabo por la Administración Ford. Este grupo que sostenía que los dirigentes de
la política exterior de los Estados Unidos, subestimaban completamente el
peligro que representaban la URSS. Consideraban también que la estrategia
soviética era igual a la norteamericana, y que por eso se debía insistir en la
diferencia de la naturaleza de ambos regímenes, para que esa identidad en la
visión estratégica permitiera entender al enemigo soviético. Otra de las
consideraciones importantes que presentaba este grupo opositor a Kissinger
estaba relacionada con la idea de que los soviéticos no aceptaban el llamado “equilibrio del terror”, sino que
buscaban la superioridad estratégica para tomar la iniciativa y ganar la guerra
nuclear.
Con estas premisas, el “Team B” comenzó su trabajo examinando todos los datos que obraban
en poder de las agencias de inteligencia de EE.UU. sobre el potencial militar
de la URSS, pero no encontraron ninguna evidencia de armas o sistemas de
defensa que infringieran los pactos de control de armamento, que Rumsfeld había
asegurado que los soviéticos estaban desarrollando. Esta absoluta falta de
indicios o pruebas de que la URSS incumplía los tratados de desarme, no supuso
que Pipes, Wolfowitz y su equipo llegaran a la conclusión de la inexistencia de
sistemas de armamento dirigidos a atacar a los EE.UU., por el contrario,
siguiendo aquel aforismo de “si la
realidad contradice tu teoría, peor para la realidad”, concluyeron que los
soviéticos habían desarrollado sistemas armamentísticos tan sofisticados que
eran indetectables. El ejemplo más conocido es el del nuevo sistema acústico de
defensa de la flota submarina soviética, cómo no pudieron encontrar rastro
alguno de su existencia, decidieron suponer que los soviéticos habían inventado
uno nuevo imposible de detectar para la Marina norteamericana, y en
consecuencia, toda la flota submarina norteamericana estaba en peligro por una
que resultaba invisible. Cuando la CIA conoció las conclusiones del “Team B”,
acusó a Pipes y los suyos de fantasiosos e irresponsables.
Una vez que habían obtenido las “nobles mentiras” que
justificaban su proyecto político belicista, los neoconservadores crearon el
lobby “Comité del Peligro Actual”,
con la intención de publicitar los descubrimientos del “Team B”, al que se
unieron gran cantidad de políticos tanto demócratas como republicanos, incluido
el entonces aspirante a la presidencia y ferviente fundamentalista protestante
Ronald Reagan. Este lobby presentaba las amenazas que se cernían sobre EE.UU.
alrededor del mundo con tintes de urgencia dramática, y en términos de una
conspiración de fuerzas ocultas y diabólicas que atacarían en cualquier
momento, fuerzas a las que EE.UU. se debería enfrentar y vencer si quería
sobrevivir.
Desde los primeros pasos de los neoconservadores cerca
del poder, se advierte el sello inconfundible de Strauss: las “nobles mentiras” que presentaban a la
sociedad explicando la mítica “lucha
entre el Bien y el Mal” a la que se enfrentaban, era precisamente el tipo
de mito que Leo Strauss creía necesario para rescatar al país de la decadencia
moral sufrida por la sociedad en la década precedente. Ellos sabían que
mentían, pero entendían que la necesidad de movilizar a la sociedad americana y
unificarla en torno a una empresa nacional dotaría de propósito y significado a
sus vidas, y esto hacía que esas mentiras pudieran considerarse como “nobles” dado el fin último que
perseguían. Los neoconservadores habían logrado explicar la realidad ´de manera
simple y maniquea, un mundo de buenos y malos, en el que el papel del villano
estaba reservado a la URSS como “Imperio
del Mal”, y el de héroe justiciero a Estados Unidos como único país que
podía salvar al mundo. Un esquema que recreaba perfectamente el de “Gunsmoke”, la serie televisiva de
cowboys que apasionaba a Strauss.
La alianza
con el fundamentalismo religioso.
La política norteamericana, sólo puede ser comprendida
desde una perspectiva teológica, cuya justificación ideológica no ha roto nunca
con su fundamento religioso. Y el origen de éste, se halla en el milenarismo de
las sectas calvinistas británicas que emigraron a los EE.UU. en los tiempos de
las “Trece Colonias”. A su llegada,
trataron de establecer un modo religiosamente perfecto de organización
política, para lo que tomaron como modelo el Sanedrín Judío, un “Parlamento de los Santos” en el que
estaban representadas las iglesias del país, siguiendo el modelo judío y
calvinista de limitar los derechos civiles a aquéllos que han sido “elegidos”, clase que coincide con los “individuos propietarios” que reflejan
en sus obras promoviendo el individualismo cristiano liberal John Locke y Adam
Smith, excluyendo a los “condenados”
o asalariados. Se dibuja así una autoconcepción de la Iglesia Calvinista como
un “Nuevo Israel”, una idea que
tendrá gran desarrollo en la teología profética, que englobará la conversión de
los judíos y la descendencia angloamericana de las diez tribus perdidas de
Israel. Con la aparición del “Estado Bíblico”, se produce ya una primera
identidad entre judíos y cristianos ya en el S. XVII.
La implantación del ideario calvinista en las colonias
provocó el primer “Gran Despertar”,
que fue el estímulo definitivo para llegar a la Revolución Americana. Este
ideal milenarista fue recogido por los cuáqueros promoviendo el “Segundo Gran Despertar” hacia 1790,
siendo los primeros que vincularon la piedad personal con el compromiso por la
mejora del orden social. Desde principios del S. XIX congregacionalistas y
presbiterianos de Nueva Inglaterra, con la
ayuda de los unitarios, impulsaron un nuevo movimiento de transformación
social a través de la educación. A estos movimientos se sumaron una larga serie
de predicadores preocupados por unir al proceso de conversión religiosa y
perfección moral, el desarrollo de un orden social conforme a los postulados
del “Reino de Dios”. Esto suponía ir
más allá de la predicación, incorporándose a la acción política directa. Nació
entonces una ola de predicación neoevangélica por todo Estados Unidos en la
primera mitad del siglo XIX, los predicadores se multiplicaron e invadieron los
lugares más recónditos, y nacieron nuevas iglesias fruto de la “Revelación Divina” como la mormona. El
fervor de la religiosidad protestante, incidió aún más en lo social,
desembocando a finales del S. XIX y principios del XX en el movimiento del “Evangelio Social” que rechazaba que la
mejora del orden social fuera el resultado de la mejora individual. Una tesis
que supuso la división del movimiento protestante, que se agravó cuando llegada
la década de los veinte del pasado siglo, el movimiento tuvo que tomar postura
ante la Teoría de la Evolución de las Especies de Darwin, la cuestión relativa
a la literalidad y fidelidad histórica de los textos bíblicos y la prohibición
legal o la simple abstinencia personal del consumo de alcohol. Finalmente, la
llamada “Ley Seca” vigente entre 1919
y 1933 puso de manifiesto la capacidad de la religión protestante para
determinar el curso de la vida política, al tiempo que las décadas anteriores
habían consagrado en el debate sobre la poligamia de los mormones, la
incapacidad del Estado para condicionar el ámbito de lo religioso.
Tras el impacto social de la crisis del 29 y la Segunda
Guerra Mundial, se produce un período de fuerte secularización de la sociedad
norteamericana, que arranca en los años cincuenta y durará hasta finales de los
setenta, década en la que alcanzó su máximo desarrollo con la “liberación sexual” o promiscuidad, el
consumo de drogas, el ateísmo, la deserción del ejército, el avance de las
religiones orientales y la “New Age”, la generalización del uso de
anticonceptivos, el aborto y el divorcio. Precisamente el mismo espacio de
tiempo, en el que vive y desarrolla su trabajo en los EE.UU. Strauss. Además,
es en esta etapa cuando el Estado comienza un lento proceso de secularización
de la legislación, legalizando el aborto en 1973 o prohibiendo la oración en
las escuelas en 1962.
Al llegar la década de los setenta, había millones de
cristianos fundamentalistas en Estados Unidos que siguiendo las indicaciones de
sus predicadores se abstenían de participar en las elecciones, como muestra del
rechazo que les producía una sociedad “pecadora”.
Consideraban que participar en la vida pública votando, suponía comprometerse
con una sociedad inmoral y “satánica”.
La necesidad de evangelizar la sociedad y “recristianizarla”,
surgió como reacción contra la llamada contracultura que sintetizó todos los
fenómenos que atacaban los fundamentos de la sociedad y del tradicional “estilo de vida americano”. Este
movimiento religioso de reacción, era liderado por algunos predicadores de
éxito en la televisión, y se sostenía sobre cuatro principios básicos: defensa
de la vida del no nacido, defensa del estilo de vida de América, defensa de la
moralidad bíblica y defensa de la familia. Sobre estos principios se levantó lo
que se daría en llamar la “Mayoría Moral”
liderada por el reverendo Jerry Falwell.
Fue durante esta década que convergieron diversos
acontecimientos que cambiarían el paisaje político y religioso. El primero fue
el rápido crecimiento dentro de la cristiandad anglosajona americana formada
por evangelistas y fundamentalistas, incrementado a su vez el apoyo
norteamericano a favor de Israel. El segundo fue la llegada de uno de sus
fieles, Jimmy Carter, un evangélico del “cinturón bíblico” sureño, a la
presidencia de Estados Unidos. Estos acontecimientos dieron al movimiento un protagonismo político al que
habían renunciado durante las décadas anteriores. La revista Times designó 1976
como “el año de los evangélicos”. Un
desarrollo sorprendente del movimiento tuvo lugar en marzo de 1977 cuando a
Jimmy Carter dijo en un discurso que: “los
palestinos tienen derecho a un hogar nacional”. Inmediatamente se movilizó
toda una maquinaria propagandística que publicó en todos los grandes medios
cosas tales como que: “era tiempo de
afirmar con toda claridad por parte de las comunidades cristianas evangélicas
su creencia en la validez de la profecía bíblica según la cual Israel tiene
derecho divino a la tierra… vemos con grave preocupación todo recorte y toda
disminución de este derecho por cualquier otra nación o entidad”. Fue una
época clave en el forjamiento de una alianza entre los sionistas y la derecha
cristiana fundamentalista. Esa campaña fue uno de los primeros signos de la
existencia de una alianza naciente entre el Likud israelí, el lobby pro Israel
y la derecha cristiana, dirigió el apoyo de los votantes de la derecha
cristiana de Carter, un demócrata, a la derecha republicana. Cuando se produjo
la crisis de los rehenes norteamericanos retenidos por Irán, esta crisis hizo
que disminuyera el prestigio de Carter. Todo lo cual hizo, que una tremenda
masa de votantes que creyera que Carter no había apoyado incondicionalmente a
Israel, y se pasara al candidato
republicano Ronald Reagan en las elecciones siguientes del año 1980. Durante la
campaña presidencial, Reagan declaró públicamente, por lo menos en siete
ocasiones, a su creencia en la batalla final del Armagedón. Y cuando Israel
bombardeó en 1981 el reactor nuclear que fabricaba Irak en la localidad de
Osirak, la primera llamada telefónica de Menachen Begin no fue a Reagan, sino
al reverendo Jerry Faldwell, encargándole que explique a su audiencia el
sentido de la acción realizada. Sólo después llamó a Reagan. Jerry Faldwell
también se encargó de reconvertir al viejo senador Jesse Helms, un tenaz
crítico de Israel, en uno de sus más firmes apoyos. Los escándalos mermaron el
prestigio de Falwell, pero los fundamentalistas siguieron votando conforme a
sus indicaciones, y se eligió a otro presidente perteneciente a una iglesia
bautista evangelista.
En estas elecciones, el movimiento fundamentalista
encontró por fin el líder político que buscaba en Ronald Reagan, que se había
mostrado abiertamente durante su campaña como un ferviente creyente del mensaje
bíblico y de su literalidad, había rechazado la teoría darwinista, y
manifestado su convencimiento de que EE.UU. era el ”Nuevo Israel”. Llegó incluso al extremo de confesar en la
televisión su convicción en la proximidad del Armagedón tras el cumplimiento de
todas las profecías bíblicas, compartiendo programa con Larry Flint, magnate de
la industria pornográfica, que confesaba su arrepentimiento, le duró poco, tras
haberse convertido en cristiano renacido merced a las prédicas de la hermana
del presidente Carter. Reagan tenía una concepción de la Guerra Fría basada en
la Biblia. Y en el libro de teología “dispensacionalista”
más vendido dentro de la tradición profético-milenarista, “The late Great Planet Earth” de Hal Lindsey, que le había sido
sugerido por Billy Graham, que era el primer telepredicador que tuvo éxito en
antena. Tanto es así, que al término de una conferencia que Lindsey había dado
en la Casa Blanca invitado por Reagan, el senador James Mils mantuvo una larga
conversación con Reagan sobre el Armagedón y la Segunda Venida de Cristo, afirmando
Reagan que dado que se habían ido cumpliendo todas las profecías, consideraba
que el Apocalipsis era inminente. Esta visión apocalíptica del mundo alarmó a
tal extremo a Mills que tuvo que denunciarlo públicamente, ante el temor que le
producía que la política exterior estuviera determinada por la particular
visión apocalíptica de Reagan.
Hasta las elecciones de 1980, el movimiento
neoconservador era únicamente una corriente
de ideas que fluía entre una minoría elitista de tipo académico, que
contaba con algunas personalidades relevantes en sus filas, pero que carecía de
todo ascendiente sobre el público. Pero cuando los seguidores del movimiento
fundamentalista protestante dieron su apoyo a los políticos republicanos, los
neoconservadores obtuvieron la capacidad de movilización social de la que
carecían hasta ese momento.
Neoconservadores y fundamentalistas religiosos
coincidían en atribuir a los EE.UU. el papel de salvadores del mundo, una idea
que forma parte del concepto mesiánico que los Estados Unidos tienen de sí
mismos desde su fundación, que por razones religiosas enlazaba y enlaza a los
fundamentalistas protestantes, también llamados cristianos sionistas, con los
intereses del Estado de Israel. Prueba de la permanencia de dicha vinculación
hasta la actualidad, sea que el reverendo John Hagee se dirigiera a los
delegados de los “Christians United for
Israel” en la cumbre de Washington de 2012, diciendo: “los cristianos evangélicos somos la primera línea de defensa de Israel
en los Estados Unidos de América”, siendo aplaudido en pie, e incluso
celebrado con canticos y fuertes silbidos por los asistentes[13].
Y más recientemente, Richard Land, presidente de Ética de la Convención
Bautista del Sur y de la Comisión de Libertad Religiosa en una entrevista dada
a NBC News con respecto al apoyo evangélico a Israel, decía: “los evangélicos norteamericanos tenemos en
nuestro ADN: Dios bendiga a los que bendicen a
los judíos y maldiga a quién maldice a los judíos”.[14]
[1]
Norman Podhoretz nació en
Polonia en una familia judía de la región de Galitzia que emigro a Nueva York
asentándose en Brooklyn, en dónde se educó Norman.
En
1950 se graduó en Literatura
Inglesa en Columbia, y una segunda licenciatura en Literatura
Hebrea en el Seminario Teológico Judío de
América, aunque nunca tuvo la intención de entrar en el
rabinato. Después de haber sido galardonado con el Kellett Fellowship y una beca Fulbright, un
magister en el Clare College,
Cambridge
, donde realizó estudios de doctorado brevemente después de rechazar una beca
de postgrado de la Universidad de Harvard. También sirvió en el ejército
de Estados Unidos (1953-1955) asignado a la
agencia de seguridad del Ejército norteamericano o “Army
Security Agency” (ASA). Fue
editor jefe de la revista “Commentary” desde 1960, cuando reemplazó
a Elliot E. Cohen, hasta su retiro en 1995, y desde
ella difundió las tesis de Marcuse, progresivamente fue evolucionando, dejando de ser un medio de expresión de las
posiciones intelectuales de la “New Left” y la contracultura para
convertirse en portavoz del neoconservadurismo más elitista del “American Enterprise Institute” (AEI). En 1963, escribió el influyente
ensayo "Mi Negro problema",
en el que describió la opresión que sentían los negros americanos, y concluyó
abogando por "la fusión por mayor de
las dos razas como la alternativa más conveniente para todos los
involucrados". Entre 1981 y 1987, fue asesor de la Agencia de
Información de EE.UU. y fue encontrado
culpable de falso testimonio ante el Congreso en 1987, lo que sin embargo no le
ha impedido alcanzar la presidencia del Ethics and Public Policy Center
con sede en Washington D.C. De 1995 a
2003, perteneció a la dirección del Instituto Hudson. En 1997 impulsó el “Proyecto para un Nuevo Siglo Americano” “The
Project for the New American Century” (PNAC) junto con Elliot Abrams, Jeb
Bush (Gobernador de Florida y hermano de George W. Bush), Dick Cheney, Dan
Quayle, Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, William Kristol, Richard Perle, Donald
Kagan, Francis Fukuyama, Zalmay Khalilzad y William J. Bennett. En 2004 se le galardonó con la Medalla
Presidencial de la Libertad por George W. Bush, por su contribución intelectual
como editor en jefe de la revista “Commentary”,
y por su trabajo como investigador principal en el Instituto Hudson. Fue uno de
los firmantes originales de la "Declaración
de Principios" del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano fundado
en 1997. Recibió el Premio Guardián de Sión de la Universidad Bar-Ilan, en
2007. En su último año de actividad,
asesoró a Rudolf Giuliani en su campaña presidencial de 2008. El mismo año,
abogó públicamente un ataque estadounidense contra Irán. En 2009 publicó el
libro “¿Por qué son liberales los
judíos?”. Es considerado como
uno de los más agresivos partidarios del sionismo y decidido partidario del
Likud israelí. Es autor de varios libros entre los que podemos citar
los siguientes: Doings and Undoings: The Fifties and After in American
Writing (1964); Making It (1968); Breaking Ranks: A Political
Memoir (1979); The Present Danger (1980); Why We Were in Vietnam
(1982); The Bloody Crossroads: Where Literature and Politics Meet
(1986); Ex-Friends (1999); y “My
Love Affair with America” (2000) entre otros.
[2]
Samuel Phillips Huntington (1927-2008) fue un politólogo y profesor
norteamericano de Ciencias Políticas en el Eaton College y Director del
Instituto John M. Olin de Estudios Estratégicos de la Universidad de Harvard.
Huntington es conocido por su análisis de la relación entre el gobierno civil y
militar, su investigación acerca de los golpes de estado en países del tercer
mundo y su tesis acerca de los conflictos sociales futuros. Fue miembro del
Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, la Presidential Task Force
on International Development, la Commission on the United States-Latin
American Relationships y la Comission on Integrated Long Term Strategy.
En sus obras ha elaborado su propia definición del concepto de sistema político
y de régimen político entre otras, que se consideran de referencia en la
materia. Se retiró de la enseñanza en 2007 tras 58 años de docencia en la
Universidad de Harvard. Con su obra “El
Choque de Civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial” alcanzó
gran celebridad, en la misma escribió: “"Mi
hipótesis es que la fuente fundamental de conflicto en este nuevo mundo no será
en principio ideológica o económica. Las grandes divisiones entre la humanidad
y la fuente de conflicto dominante serán culturales. Los estados nación
seguirán siendo los actores más poderosos para los asuntos exteriores, pero los
principales conflictos de política global ocurrirán entre naciones y grupos
pertenecientes a diferentes civilizaciones. El choque de civilizaciones
dominará la política global. Las líneas de falla entre las civilizaciones serán
las líneas de batalla del futuro."
[3]
Donald
Kagan nació en una familia judía de Kuršėnai, Lituania, en 1932. Creció en
Brooklyn, Nueva York, donde su familia emigró poco después de la muerte de su
padre. Se graduó en el Brooklyn College, realizó estudios de posgrado en la “Brown University” y se doctoró en la Universidad de Ohio en 1958. Después
de convertirse en demócrata liberal, cambió en los años 1970 y se hizo uno de
los signatarios originales en 1997 de la declaración de los principios
neoconservadores "think tank", “Proyecto para el Nuevo Siglo Americano”. En la víspera de las
elecciones presidenciales de 2000, Kagan y su hijo, Frederick Kagan, publicaron
“While America Sleeps”, una
llamada clara para impulsar los gastos de defensa. En 2002 recibió la “National Humanities Medal”. Actualmente
es “Sterling Professor” de Clásicas e historia en la Universidad de Yale. Fue
deán del Yale College de 1989-1992. Su curso "Los orígenes de la guerra" ha sido uno de los cursos más
populares de la universidad en veinticinco años. Enseña "Introducción a la Historia Griega Antigua" y el nivel
superior de Historia y seminarios de Civilización Clásica que se concentran en
temas que abarcan desde Tucídides hasta la hegemonía espartana. Vive en New
Haven, Connecticut. Su hijo Robert Kagan, es también un activo neoconservador.
[4]
Richard Perle nació en la
ciudad de Nueva York en el seno de una familia judía.
Cuando era niño se trasladó a California,
donde asistió a la Hollywood High
School en Los Angeles
con compañeros de clase como el actor Mike Farrell, cantante Ricky
Nelson, y Joan Wohlstetter
(la hija de Albert y Roberta Wohlstetter de
la Rand Corporation).
Obtuvo un B.A. en
Política Internacional en 1964 de la Universidad del
Sur de California. Como estudiante universitario,
estudió en Copenhague en el Programa
Internacional de Estudios de Dinamarca,
y también estudió en la London
School of Economics y obtuvo una maestría en Ciencias Políticas de la Universidad de Princeton en 1967. De
1969 a 1980, Perle trabajó junto con Paul Wolfowitz como empleado de plantilla
para el senador demócrata Henry M. Jackson, redactando en este período la
enmienda Jackson-Vanik al Acuerdo Internacional de Cereales (IGA) de 1972, o "Deal del trigo ruso"
negociado por Richard Nixon y la Unión Soviética, un acuerdo comercial del que
dependía la emigración de los judíos soviéticos a Israel. Intervino en los
debates del Senado durante la Administración Carter sobre el acuerdo de
reducción de armamento nuclear con la URSS, al que se opuso tajantemente. Tuvo
un papel destacado en la llamada “Guerra
de las Galaxias” durante la Administración Reagan. En esta etapa, Perle
adquirió el apodo de "El Príncipe de
las Tinieblas" siendo Secretario adjunto de Defensa para la política
de seguridad internacional. Perle ha actuado como "lobbista" en favor de los fabricantes de armas israelíes y
sigue actuando como asesor para empresas privadas que tienen tratos con el
gobierno federal; también pertenece al consejo de redacción del periódico
israelí "The Jerusalem Post".
[5] Michael Arthur
Ledeen nació en Los Ángeles, California en 1941, ha sido consultor del Consejo
de Seguridad Nacional de Estados Unidos, del Departamento de Estado y del
Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Ocupó la silla “Libertad Scholar” en el “American
Enterprise Institute” (AEI), donde fue becario durante veinte años y ahora
ocupa la cátedra de nombre similar a la Fundación para la Defensa de las
Democracias. Fue miembro del consejo de la "Coalición
para la Democracia en Irán" (CDI), fundado por Morris Amitay, ex
Director Ejecutivo del Comité de Asuntos Públicos Israelí-Americano (AIPAC).
Ledeen también formó parte de la junta directiva del “Comité de EE.UU. para un Líbano Libre”. Según el Washington Post,
citado por Asia Times, él era el único analista de asuntos internacionales de
tiempo completo consultado regularmente por Karl Rove, el consejero más cercano
de George W. Bush. Jonah Goldberg, colega de Ledeen en National Review, acuñó
la expresión "Doctrina Ledeen"
en una columna de 2002. Esta "doctrina"
la resumía Goldberg así: "Cada diez
años más o menos, los Estados Unidos tienen que recoger un pequeño país de
mierda y tirarlo contra la pared, sólo para mostrar al mundo que hablamos en
serio". Leeden ha formulado la hipótesis de intervención militar en
Europa en el caso de que Francia o Alemania llegaran a aliarse políticamente
con el mundo árabe.
[6] Richard "Dick" Bruce Cheney
(Lincoln, Nebraska; 30 de enero de 1941). Obtuvo una maestría en letras y se
graduó en Ciencias Políticas por la Universidad de Wyoming. Fue Jefe de
gabinete de la Casa Blanca durante la Presidencia de Ford, más tarde como
congresista por Wyoming, se encargó de dirigir la investigación del asunto
Irán-Contra declarando la inocencia de Reagan. Jugó un papel clave en el
rechazó a la petición de Alemania Occidental de abrir negociaciones con la URSS
para reducir armas nucleares de corto alcance en Europa y en la organización de
las alianzas para la primera invasión de Irak en 1991. Finalmente, a pesar de
haber sido acusado de un posible delito de fraude cometido siendo presidente de
la petrolera Halliburton Company, fue Secretario de Defensa y Vicepresidente
con la G. W. Bush. Así como consejero presidencial de primer orden en asuntos
de política energética, política exterior y seguridad nacional, destacó como
uno de los miembros más duros de la Administración Bush, defendiendo la guerra
contra Irak con o sin el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU en 2003.
Ha sido considerado como el vicepresidente más poderoso de la historia de
EE.UU.
[7]
Paul Wolfowitz es hijo del matemático judío polaco
Jacob Wolfowitz, que inmigró a los EEUU en 1920 con sólo
diez años. Nació el 22 de diciembre de 1943 en Nueva York, y estudió
en primer lugar la carrera de Física y Química, y más tarde se licenció en
Ciencias Políticas en la Universidad de Chicago. Desde entonces, se le ha
considerado políticamente trotskista. En la Universidad de Cornell, donde
enseñaba su padre, conoció el profesor Allan Bloom, con el que se convirtió en
discípulo de Strauss, negando la filosofía del relativismo, que por la década
de los 60, estaba de moda. De esta forma negó también la "legitimidad universal de los valores americanos y se adaptó a la
tiranía". En la Universidad de Chicago Wolfowitz redactó una
tesis sobre el peligro de proliferación nuclear en el Oriente Medio. En 1972 se abrió paso en la administración federal estadounidense
guardando equilibrio entre demócratas y
republicanos. Se opuso desde el principio a la “realpolitik” del también judío Henry
Kissinger y entró como consejero en el Pentágono
en 1977 bajo la administración de Jimmy
Carter, que terminaría defraudándole. Con la
Administración Reagan fue nombrado vicesecretario de Estado para asuntos del
Este asiático y el Pacífico, y más tarde embajador en Indonesia en donde apoyó
al régimen de Suharto durante la aplicación de las políticas neoliberales
monetaristas dictadas por el judío Milton Friedman y su “Escuela de Chicago”. De 1989 a 1993, bajo la dirección de
Dick Cheney, ejerció como subsecretario de defensa, cargo desde el que elaboró una nueva estrategia y organización militar estadounidense tras el fin
de la Guerra Fría. En 1991 organizó la financiación de la Guerra del Golfo y
llegó a convencer a Israel de no intervenir militarmente. Durante la
presidencia de Bill Clinton, fue decano de la Escuela de Estudios
Internacionales Avanzados de la Universidad John Hopkins en Washington DC. En 2001,
George W. Bush lo nombró Secretario de Defensa Adjunto, bajo las órdenes de
Donald Rumsfeld, y apoyó enérgicamente la caída del régimen de Saddam Hussein y
la invasión militar de Irak. Considerado como uno de los neoconservadores más
radicales, se encargó de encontrar las justificaciones jurídicas de la invasión
de Irak, y se le consideró como el principal responsable de los desacuerdos
dentro del ejército americano, en su búsqueda de las armas de destrucción
masiva. Es miembro del PNAC y del AEI, y amigo de ilustres straussianos del
mundo universitario. Una vez se había llevado a cabo la invasión de Irak, dio
una lección implícita de teoría política straussiana en unas sonadas
declaraciones a la revista “Vanity Fair”,
en las que reconocía que lo de las armas de destrucción masiva era una “verdad burocrática” destinada a buscar
el consentimiento de quienes nunca habrían aceptado asumir las causas reales de
la guerra. Con estas declaraciones, Wolfowitz jugaba con la típica idea de
Strauss y sus seguidores, que exige y legitima el recurso al engaño.
En marzo
de 2005, George W. Bush, con el fin de alejarlo de su administración, le
ofreció la presidencia del Banco Mundial (por regla general, los Estados Unidos
son los que gestionan cuando los europeos gestionan el Fondo Monetario
Internacional). En 2007, estuvo envuelto en un escándalo de corrupción, al
descubrirse que su novia, también empleada del Banco Mundial, había recibido
importantes aumentos de sueldo por encima de lo que dictan las reglas de la
organización, tras llegar Wolfowitz a la presidencia de la misma, la novia del
presidente del Banco Mundial había trabajado para una empresa privada que
ofrecía asesoría al Pentágono antes de la guerra de Irak, sin informar de ello
al Banco Mundial, como exigen las reglas de la organización. La Asociación de
Empleados del Banco Mundial y el Parlamento Europeo pidieron la dimisión de
Wolfowitz, que había intentado distinguirse en su gestión del Banco Mundial por
la lucha anticorrupción. Finalmente dimitió a finales de 2007 tras el dictamen
de una Comisión de investigación.
[8] Daniel
Pipes es un
analista político judío de nacionalidad estadounidense especializado en
terrorismo, en el Islam y en Oriente Medio. Nació en Boston (Massachusetts, Estados Unidos) en 1949 en una familia de judíos polacos que llegaron de Polonia a EE.UU. en 1939.
Obtuvo un B.A. en Historia en 1971en la Universidad de Harvard en la que su padre era profesor.
Aprendió árabe y estudió el Corán. Volvió a Harvard en 1973 y obtuvo un Ph. D. en Historia
Medieval Islámica en 1978. Enseño Historia Mundial en la Universidad de Chicago de 1978 a 1982, Historia en Harvard
de 1983 a 1984 y Política y Estrategia en el “Naval War College” de 1984 a
1986. Es colaborador de los periódicos “New York Sun”, “The Jerusalem Post”, “The Washington Post”, “New York Times” y “Wall Street Journal”, y en medios de Internet como FrontPage Magazine y, en español, en “La Razón” de Madrid, “Diario de América”, “Reforma”, “El Tiempo” y “Libertad Digital”. Pipes es conocido por haber vaticinado los sucesos
del 11 de septiembre (junto a Steven Emerson) y es fundador y director del Middle East Forum. Es autor o coautor de 18 libros que han sido traducidos a 19 idiomas y es
invitado frecuente para debatir sobre Oriente Medio en la BBC, Antena 3 o Al Jazeera, e imparte conferencias en 25 países. Ha sido acusado
de islamofobia y ha alertado reiteradamente sobre el peligro de "islamización de Europa".
[9]
Polk, Willian
R., “La Revolución neoconservadora. La
estrategia de la guerra permanente o la cruzada imperial de Israel y Estados
Unidos”. http://www.campus-watch.org/article/id/1012
[10]
Polk, Willian
R., “La revolución conservadora en los
EE.UU.”, http://www.geocities.ws/posdatas/polk0404.html
[11] http://infokrisis.blogia.com/2004/101501-leo-strauss-los-abismos-del-pensamiento-conservador.php.
[12]
Heinz Alfred Kissinger nació
en Fürth, Baviera, en una familia de judíos alemanes. El apellido Kissinger fue
adoptado en 1817 por su tatarabuelo Löb Meyer y hace referencia a la ciudad de
Bad Kissingen. En 1938, emigró de la Alemania nacionalsocialista, y se mudó a
Nueva York. Kissinger recibió su formación militar básica en Carolina del Sur,
donde fue nacionalizado estadounidense a su llegada en 1943. Perteneció a los
servicios de inteligencia americanos en Alemania durante la ocupación. A su
regreso a EE.UU. estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Harvard, Permaneció en Harvard, como miembro
de la facultad en el Departamento de Gobierno y desempeñándose como profesor y
catedrático. Además de 1956 a 1958
trabajó como Director del Proyecto de Estudios Especiales, el cual fue creado
por él mismo y avalado por la Rockefeller Brothers Fundation. Fue
Director del programa de estudios de defensa de Harvard entre 1958 y 1971. También
fue Director del Seminario Internacional de Harvard entre 1951 y 1971. Además,
como parte de su carrera, pasó a actuar como consultor, asesor y miembro de
juntas directivas de variedad de empresas, de las cuales, la más sonada en sus
inicios y donde actuó como asesor fue la Corporación RAND, una compañía de desarrollo industrial,
tecnológico y armamentístico. En 1955, se convierte en Asesor
del Consejo Nacional de Seguridad y de la Junta de Coordinación de
Operaciones de Seguridad. En 1955 y 1956, fue también Director de Estudio
en las Armas Nucleares y la política exterior en el Consejo de Relaciones
Exteriores. Publicó su libro de las armas nucleares y la política exterior
al año siguiente. De 1956 a
1958 trabajó como director de su "Proyecto de Estudios Especiales"
avalado por la Rockefeller Brothers Fundation. Fue Director del programa
de estudios de defensa de Harvard entre 1958 y 1971. También fue Director del
seminario internacional de Harvard entre 1951 y 1971. Fuera de la academia, se
desempeñó como consultor de varios organismos del Gobierno, incluyendo la Oficina
de Investigación de Operaciones, el Control de armas y desarme y el Departamento
de Estado y la Corporación RAND.
Deseoso de tener una mayor influencia en la política norteamericana,
Kissinger fue partidario y asesor de Nelson Rockefeller, gobernador de Nueva
York, que buscó la nominación del Partido Republicano para Presidente en 1960,
1964 y 1968. En este año, Richard Nixon lo nombra Consejero de Seguridad
Nacional. Kissinger, no sólo se limitó a cumplir sus funciones, sino que pasó a
involucrarse en prácticamente todas las actividades del gobierno de Nixon, algo
que lo convirtió en indispensable para el propio presidente, quien
frecuentemente hacía cambios completos de gabinetes y de directivas pero era
incapaz de destituir a Kissinger, dado que aun cuando su cargo y su sueldo no
le remuneraran ni le otorgaran responsabilidades sobre decenas de ámbitos,
Kissinger se involucraba de lleno en cada asunto de la política estadounidense.
Richard Nixon, una vez reelecto, en 1972, le otorgó su "premio"
a Kissinger, la Secretaría de Estado de los Estados Unidos, puesto con el que
Kissinger acabaría de grabar su nombre en la historia. En ese período, extendió
la política de distensión. Esta política llevó a una relajación significativa
en las tensiones con la Unión Soviética y desempeñó un papel crucial en 1971
las conversaciones con el primer ministro chino Zhou Enlai. Las conversaciones
concluyeron con un acercamiento entre Estados Unidos y la República Popular de
China y la formación de un nuevo alineamiento estratégico de América-Chino-Antisoviética.
Fue condecorado con el Premio a Nobel de la Paz de 1973 para ayudar a
establecer una cesación del fuego y el retiro de los Estados Unidos de Vietnam.
En 1975, España entró en un período de crisis, con la inminente muerte del
general Franco, situación que fue aprovechada por el Rey Hassan II para enviar
a más 350.000 civiles y 25.000 militares al territorio de Sahara Occidental,
con el fin de reclamarlo y anexarlo a sus dominios. Henry Kissinger, jugó un
papel clave en este proceso, siendo él, quien planificó, asesoró y organizó a
los marroquíes para la Marcha Verde, y auspició las negociaciones entre los
representantes marroquíes y el Gobierno español, que finalizaron con la salida
del Ejército español de los territorios del Sáhara y el traspaso del mismo a
Marruecos y Mauritania. Estados Unidos, encausado por Kissinger, proporcionó a
Marruecos equipos, armamentos, logística y una completa organización para la
operación, mientras que Arabia Saudí aportó grandes sumas de dinero para la
misma, que era en extremo favorecedora, siéndolo todavía hoy en día, para los
intereses de orden militares, estratégicos y económicos de los EE.UU., sobre la
región. El conflicto del Sáhara Occidental, continúa todavía sin resolverse. Henry
Kissinger también es uno de los más conocidos miembros del Club Bilderberg
junto a David Rockefeller, además de ostentar la posición de ser uno de sus
miembros fundadores originales. Ambos colaboraron de pleno con el príncipe
Bernardo de Lippe-Biesterfeld, junto con la Banca Rothschild, en los planes de
nacimiento, organización y expansión del Club Bilderberg.
[13] Kissinger, Henry; “Diplomacy”, pág. 738. Edit. Simon
& Shuster, Nueva York, 1994.
[14] “The
Times of Israel”,
Tel Aviv, 17 de Julio de 2012. http://www.timesofisrael.com/evangelical-leader-christians-on-the-front-line-for-israel-in-us/
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