sábado, 19 de enero de 2013

LA CRISIS DE IRÁN (I)

La pugna por mantener la hegemonía de los EE.UU. en el tablero geoestratégico mundial.


La hegemonía de los EEUU en el tablero geoestratégico mundial, pasa necesariamente por mantener el dólar como moneda de referencia en el mercado de compraventa de crudo y de gas. Si el dólar deja de ser la moneda de reserva mundial, EE.UU. habrá perdido no sólo su hegemonía mundial, sino que se habrá abierto la puerta a un caos de consecuencias imprevisibles para la nación norteamericana y para el Imperio.

Los jugadores que libran esta sofisticada partida de ajedrez geopolítica, están perfectamente definidos: por un lado, la alianza imperial formada por la OPEP/Reino Unido/ EE.UU. y sus estados vasallos; por otro, Rusia/China/Irán/Venezuela/SCO Energy Club[1].

Desde el período 1971-73, asistimos a una escalada en la lucha por el control del suministro de energía ante las fluctuaciones en la producción de petróleo, y el resquebrajamiento de la hegemonía del dólar como moneda de  reserva mundial que monopoliza el comercio de hidrocarburos. Alrededor de esta confrontación se han venido produciendo diferentes alineamientos estratégicos de petromonedas.

En la actualidad podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que la guerra contra Irak ha sido la primera guerra por el peak del petróleo. La invasión de este país fue la consecuencia directa del abandono por Saddam Hussein del dólar como moneda de referencia para la comercialización del crudo iraquí, en el verano del año 2000, Y cuando se produce cualquier cambio significativo dentro de un ambiente determinado, nunca está originado en un solo factor aislado, sino que siempre es una pluralidad de causas, con independencia del peso específico que ejerza cada una de ellas como desencadenante, en donde encontramos el origen de cualquier crisis política o social, como en este caso ocurrió y vuelve a ocurrir.

Partiendo de la anterior premisa, las complejas tensiones geopolíticas que reciben el nombre de “crisis nuclear iraní” tienen su origen en la política monetaria basada en la deuda externa del Imperio, presidida por la debilidad del dólar y el déficit comercial, a lo que se suma inexorablemente el peak del petróleo.

Predicción hasta el año 2080.

El Peak del petróleo es el término industrial para la cima o la cresta de la curva apreciable en el gráfico reseñado más arriba, a menudo llamada el "Peak de Hubbert", y tiene su origen en la “teoría del pico de Hubbert” en referencia a King Hubbert el geólogo que descubrió que la producción del petróleo sigue una curva de campana, también conocida como cénit del petróleo, pico o agotamiento del petróleo o peak u oil crash en inglés. Es una influyente y casi unánimemente aceptada teoría acerca de la tasa de agotamiento a largo plazo del petróleo, así como de otros combustibles fósiles, que predice que la producción mundial de petróleo llegará a su cénit y después declinará tan rápido como creció, resaltando el hecho de que el factor limitador de la extracción de petróleo es la energía requerida y no su coste económico. Si se llega a emplear más energía para la extracción de la que se obtiene del combustible extraído, no se obtiene producción alguna de energía deviniendo ineficiente la extracción. Todas las producciones de petróleo siguen una curva en forma de campana, tanto en un pozo único, como en un solo campo de producción, como en el planeta en su conjunto. En la parte ascendente de la curva,, los costos de producción y la energía empleada, son significativamente más bajos que en la parte descendente de la misma curva. Allí se necesitan esfuerzos extras (gastos) para extraer el petróleo de depósitos que se están agotando. Simplemente, la obtención de petróleo es energéticamente eficiente, abundante y barata en la curva ascendente, y energéticamente ineficiente, escasa y cara en la curva descendente. 

Predicción hasta el año 2035.

Durante los últimos 150 años, nos hemos estado moviendo en la parte ascendente de la curva de producción del petróleo global. Una vez que se supere la cresta, la producción bajará por una empinada cuesta abajo. Mientras más descienda, más costará producir petróleo y gas natural. En términos prácticos, esto significa que si el 2000 fue el año del peak del petróleo, la producción de petróleo mundial en el año 2020 será igual a la del año 1980. Sin embargo, la población del mundo en el 2020 será mucho mayor (aproximadamente un 200%) y mucho más industrializada de lo que estaba en 1980. Por consiguiente, la demanda mundial de petróleo sobrepasará con creces la producción mundial por un significativo margen. Mientras más exceda la demanda a la producción de petróleo, más alto será su precio. Finalmente, la pregunta no es: "¿Cuándo nos quedaremos sin petróleo? "; sino: "¿cuándo nos quedaremos sin petróleo barato?.

Evolución de los descubrimientos de yacimientos petrolíferos

Las estimaciones más rendidamente optimistas, indican que el 2020 será el año en que se alcancen las crestas mundiales de producción de petróleo. Generalmente estas estimaciones, provienen de los diferentes gobiernos., una estimación más realista y menos interesada, sitúa esta cresta entre el año 2004 al 2010. Es decir, recientemente superada la cresta. Desgraciadamente, no sabremos si hemos alcanzado la cresta hasta tres o cuatro años después de hacerlo realmente. Incluso en la curva ascendente, la producción de petróleo varía un tanto de año a año. Es posible que el año 2000 fuera el año de producción máxima de petróleo, a partir del hecho que la producción ha disminuido desde allí. En todo caso, la industria de energía ha reconocido soterradamente la gravedad de la situación, aunque no sabemos si lo ha hecho para justificar sus políticas agresivas medioambientalmente, de apoyo a las guerras imperiales, o por razones estrictamente técnicas.



Es en la posición del dólar como moneda mundial de reserva, adquirida tras la invasión norteamericana de Europa en la Segunda Guerra Mundial, donde se encuentra el mayor problema geoestratégico actual, pues ha entrado definitivamente en decadencia. Prueba de ello son tres síntomas:
  • Los bancos centrales han cambiado progresivamente sus reservas de dólares diversificando sus reservas de divisas;
  • China, el mayor tenedor de dólares a nivel mundial, ha comenzado ha retirarse de dicha moneda, reduciendo sus reservas de la misma;
  • Desde que comenzó el siglo XXI la posición del dólar como divisa de referencia en los mercados energéticos ha sido reiteradamente atacada.
Es en esta cuestión donde se concentran todos los esfuerzos de Washington para mantener su hegemonía mundial y, en consecuencia, donde colisionan los intereses de los demás actores internacionales, poniendo de manifiesto las dos cuestiones más importantes de la geopolítica actual: la crisis energética que exige una reforma global y la reforma del sistema monetario. Ambas cuestiones están íntimamente relacionadas con la posición de las grandes corporaciones de la energía y las finanzas adueñadas de los EE.UU., y el complejo militar industrial del Imperio. En este trabajo nos centraremos en los dos primeros aspectos.

La primera década del S. XXI ha puesto de manifiesto la debilidad de la hegemonía americana y su franca decadencia, en tres aspectos diferentes: económico, político y militar.

En el económico, los recortes de impuestos realizados por el presidente Bush en el período 2001 a 2003 a las rentas más altas, cambiaron la expectativa de superávit de 5,6 billones de dólares en 2010, a un déficit a comienzos de este año 2010 de 7,8 billones de dólares, un 10,2%  del PIB norteamericano[2], y se mantenía en el 7% del PIB a finales del pasado 2012. En cuanto a la balanza comercial con el exterior baste decir que en 2007 el superávit comercial de China en su intercambio con Estados Unidos, alcanzó la impresionante cifra de 163 mil millones de dólares, Japón tuvo un superávit comercial con Estados Unidos cercano a los 90 mil millones de dólares. Incluso la Unión Europea maneja notables superávits comerciales con Estados Unidos, situados en alrededor de los 100 mil millones de dólares anuales (112 mil millones en 2006, según datos de la Organización Mundial de Comercio, OMC). Planteado de otra forma: según datos de la OMC, en 2006 el 21% de las exportaciones chinas, el 24% de las de la Unión Europea de los 25 y el 23% de las de Japón, tiene por destino Estados Unidos. En total, Estados Unidos representa el 15,5% de las importaciones de mercancías a nivel mundial (dato de 2006). Es decir, una balanza comercial propia de un país del Tercer Mundo.

En el aspecto político, el descrédito internacional de los EE.UU. no admite parangón con ningún otro momento de las últimas décadas. Las intrigas y agresiones militares a distintos países musulmanes para remover a sus gobiernos, como son los casos de Libia, Argelia, Túnez, Egipto, etc., todas ellas parte de un plan concebido ya hace más de diez años, han disipado todas las cortinas de humo o “intervenciones humanitarias” que sobre las verdaderas intenciones de Washington se habían tendido, arruinando el crédito de los EE.UU. en la escena internacional. Prueba de ello, son las declaraciones del que fuera comandante militar de la OTAN durante las operaciones de bombardeo contra Serbia, el General Clark el 2 de Marzo del 2007, en las que contaba cómo se tomaron las decisiones en el Departamento de Defensa de los EEUU, cuando un amigo de éste le hizo llegar esta información con las siguiente palabras: “Vamos a invadir a siete países en cinco años, comenzando por Iraq, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán y acabando con Irán”.

General Wesley Clark y el plan de Estados Unidos en 2001 para invadir siete países

En cuanto al aspecto militar, la derrota pos los talibanes en Afganistán es evidente, tras años de guerra contra la insurgencia, las fuerzas militares destacadas en el país, han sido incapaces de controlar la totalidad del territorio afgano. Además, las reiteradas pérdidas de drones en Irán, a los que este país ha aplicado la “ingeniería inversa” siendo capaz en la actualidad de producirlos en serie; así como la presión militar de China y Corea del Norte en el Pacífico, y el desafío ruso con el despliegue de fuerzas militares en Siria, dotadas de baterías de misiles antimisiles Iskander equivalentes a los Patriot norteamericanos desplegados en Israel y Turquía, ponen en cuestión la primacía militar norteamericana. Ello sin contar el coste de las guerras de Afganistán, Irak y Pakistán que oscilan  entre  3,2 y  4 billones de dólares, incluyendo todos los costos, menos los intereses por la deuda pública generada, que hacen de las campañas en estos países un “pozo sin fondo” de recursos de todo orden. Ante la catástrofe que se avecina, el norteamericano medio permanece ingenuamente desprevenido, narcotizada la opinión pública norteamericana desde los mass-media que controlan y filtran toda la información, y que nunca les han explicado las políticas imperiales.

La dura realidad a la que se enfrenta el Imperio, es un inestable escenario energético bajo desarrollos macroeconómicos que están dando lugar a un mundo de poder multipolar, a los que responde agresivamente con una nueva ofensiva, para lograr invertir las actuales tendencias y mantener su supremacía, determinando cuál será la moneda dominante en el comercio de petróleo, cuál será el precio del barril en el mercado internacional e incluso cuál será su destino, controlando así de forma indirecta las economías mundiales, y especialmente las emergentes, entre ellas la de China. Para lograr esta capacidad de decisión, los EE.UU. han perseguido lograr tres objetivos:

1º El control militar de las reservas mundiales de petróleo y gas, de las canalizaciones y rutas de distribución mundial. El 11-S fue el pistoletazo de salida para la ejecución de la estrategia militar encaminada al control de los recursos energéticos, manifestada en la expansión de la red de bases militares a lo largo de oriente Medio, África Occidental y Asia Central. Además, a lo largo de la pasada década se inició la militarización del espacio a través de la estrategia denominada “Dominio del pleno Espectro”. De forma paralela a la extensión del aparato militar, se llevaron a cabo las operaciones de inteligencia que desembocaron en las llamadas “revoluciones de colores” encaminados al establecimiento de gobiernos favorables a la OTAN en los países limítrofes con Rusia.

2º El control financiero de la economía. Éste sólo puede lograrse si se mantiene el dólar como moneda mundial de reserva, lo que depende de su posición monopólica como petromoneda y de los beneficios que esta situación ofrece a los EE.UU.

3º Control del petrodólar. La posición monopólica del dólar como moneda de comercio del petróleo, permite a la Reserva Federal expandir su crédito como apoyo al control financiero de la economía, y la financiación masiva de la deuda, que exige el control militar del mundo por los EE.UU. Si el dólar pierde la condición de moneda monopólica, ello conllevará la caída del control financiero y militar, y por tanto, la supremacía norteamericana. 

El petrodólar es la clave estratégica de la supremacía norteamericana; y por ello, la definición de los bandos en pugna ha venido definida por quienes han cuestionado el monopolio de esta moneda en el comercio del crudo, y quienes no lo  han hecho. Los partidarios de sustituir el dólar por el euro o por una “cesta de petromonedas”, que representan una amenaza para los EE.UU., han sido el Irak de Saddam Hussein, Irán, Venezuela, Rusia y ahora tímidamente comienza a serlo China.


La mayoría de los medios de comunicación y de nuestros políticos, prefieren olvidar el origen del monopolio del dólar en el comercio del crudo, cuando es en realidad este hecho el que explica las tensiones que provienen del peak del petróleo y la emergencia de varias petromonedas que son los principales elementos de los planteamientos geopolíticos en la gran partida geoestratégica que se está librando. 

El petrodólar tiene su origen en el momento en el que la administración de Nixon fue obligada a abandonar el 15 de Agosto de 1971 el Acuerdo de Breton Woods, por el que el dólar quedaba respaldado por oro a razón de 35 dólares por onza. El resultado fue que el dólar como moneda de reserva mundial desde 1944, quedaba como moneda “flotante”, la inflación masiva generó una crisis monetaria que desembocó en la energética de 1973, que fue hábilmente resuelta por la administración de Nixon. La OPEP consideró cambiar en 1973 y 1978 el precio del petróleo, e imponer una “cesta de monedas”. Esta reflexión obligó a los Secretarios del Tesoro de las presidencias de Nixon y de Carter a negociar con Arabia Saudí para hacer fracasar estos proyectos. El acuerdo al que llegaron impuso un trato preferencial para con la Autoridad Monetaria Saudita en 1974 para la compra de 2,5 mil millones en bonos del Tesoro de los EE.UU. fuera del proceso normal de subasta. Es decir, a coste muy reducido. El Secretario del Tesoro Werner Michael Blumenthal[3], se entrevistó con el ministro de finanzas saudí en 1978 para frustrar una propuesta de la OPEP de formalizar una “cesta de petromonedas” (dólar, yen y marco). El precio que tuvo que pagar por ello a la monarquía saudí fue un aumento del 350% de poder para su voto dentro del FMI. Por entonces, todas las inversiones sauditas en los EE.UU. fueron declaradas “secreto”, estos datos sólo pudieron ser conocidos y hechos públicos años después, a través del “Acta de Libertad de demanda de Información” (FOIA).




[1] Business Council of the Shanghai Cooperation Organisation (Consejo Empresarial de la Organización de Cooperación de Shanghai. Está formado por: Rusia, China, Tayikistán, Uzbekistán, Kirguistán, Kazahstán. Son países observadores: India, Irán, Mongolia, Paquistán; y como países “interlocutores”: Bielorrusia y Sri Lanka. Esta organización pretende desempeñar un papel clave de la interacción entre los gobiernos de los países miembros, para la creación de una plataforma de debate en el marco del Club de la Energía SCO, que permita establecer una estrategia energética común para todos las naciones de la Organización, para la implementación de proyectos conjuntos en la prospección, producción, procesamiento, transporte, tránsito y comercialización de los recursos energéticos. http://www.scosummit2012.org.

[2] Informe Mensual Nº 334. De Mercados Financieros publicado en Abril/2010 por “La Caixa”. www.lacaixa.comunicacions.com/se/ieimon.php?idioma=esp&llibre=201004&cpn=005000c. 

[3] Era un Judío nacido en Berlín, que abandonó Alemania para establecerse en China, viajando definitivamente a los EE.UU. en 1947. Años más tarde terminó ingresando en la iglesia presbiteriana.

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